viernes, 27 de diciembre de 2013

El pez de Pedrito

(Niño del vintage-pesca del muchacho con su perro)

            Desde hace quince días Pedrito madruga y se desplaza al malecón con una caña de pescar y un cuchillo. Sabe lo que quiere, de modo que si el pez que pica no es de color gris verdoso —con una mancha negra rodeada de una línea clara en el centro de cada uno de sus flancos—, lo arroja de nuevo al agua. Le contaron la historia en la catequesis y está seguro de que si a ellos les sirvió para encontrar la moneda de oro con la que pagar el tributo para entrar en el templo, él hallará la que necesita para que a su madre no le quiten el piso.
            Está teniendo peor suerte, ya ha pescado más de una docena y ninguno contenía la moneda ni en la boca y ni en el interior. A ellos les salió con el primero. Empieza a dudar. Teme que —además— no pueda hacer la Primera Comunión.

***
Este microrrelato ha quedado finalista en el Concurso de Lamicrobiblioteca correspondiente al mes de noviembre, junto con Rubén Gozalo, Esperanza Temprano y Miguelángel Flores. Pinchad en la imagen si queréis leerlos.

sábado, 21 de diciembre de 2013

LECTURES D'ESPAGNE 2, une anthologie vivante



Los Montes de Toledo se ven desde Francia.

Caroline Lepage, Profesora de Literatura Iberoamericana de la Universidad de Poitiers, y su equipo de Lectures d' ailleurs / Tradabordo han traducido al francés cinco de mis microrrelatos, y los han incluido en la antología digital "LECTURES D'ESPAGNE 2, une anthologie vivante" junto a otros muchos autores y amigos.

Agradezco a Caroline, Elena Geneau y a las traductoras que han intervenido, que pongan en la lengua de Émile Zola estos cuentos de un castellano aficionado a la escritura.

Mis relatos aparecen a partir de la página 225.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

«Contestador automático» en Onda Cero Cantabria


Los Montes de Toledo se ven (y se oyen) desde Cantabria.

Begoña Heredia lee cuentos del concurso "Esta noche tecuento" en el programa Cuento Contigo de Onda Cero Cantabria. Hoy le ha tocado a "Contestador automático".

¡¡Muchas gracias!!


martes, 10 de diciembre de 2013

Flores para la memoria

(Retamas de flores blancas)

            Cuentan en los Montes que en la Navidad de 1948 —cuando los rencores iban bajo palio—, Olvido huía de los guardias civiles que el alcalde había mandado en su persecución por habérsela visto llevando leche y mazapanes para los guerrilleros. Quiso la Providencia que el parto se presentara en tales circunstancias, de modo que —con dolores silenciosos— la mujer parió una hermosa niña entre las retamas y la tuvo que dejar allí ante el cerco de los guardias. Se enternecieron los hombres y dejando la cacería llevaron la criatura a la casa del regidor. Como su mujer estaba seca de maternidad acordaron quedarse con ella.
            Que la madre muriera fusilada en la cárcel de Talavera por ser del maquis o por intereses ajenos nunca se pudo demostrar.
            Desde entonces —todos los 25 de diciembre—, el viento de la sierra tañe en las campanas de la iglesia los gritos del parto, y aquellas retamas maternales alumbran navideñas flores blancas. En el pueblo se las conoce como «Las flores de Olvido» y en sus pétalos se forma un rocío seroso, dorado y con sabor tan triste como difícil de olvidar.

* * *

Este microrrelato ha resultado ganador en la propuesta del mes de diciembre (con el tema «… apareció por Navidad...», homenaje a Charles Dickens) del concurso «Esta noche te cuento» 

Como premio ha sido incluido en el libro «40 plumas y pico.»


           
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lunes, 2 de diciembre de 2013

«MicroEcos ilustrados»

«MicroEcos ilustrados» es la publicación digital y gratuita en la que se han unido todas las colaboraciones que escritores, ilustradores y fotógrafos han realizado —durante dos años— a los «lunes ecologistas» que tuvieron cabida en el blog «Microrrelatos al por mayor» de Luisa Hurtado González.



Podéis imprimirlos, es un buen regalo para hacer estas Navidades.

Yo he colaborado con "Emboscados" (página 41) y "Ciervos" (página 49), en ambos casos ilustrados por Juan Luis López Anaya.  


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Al loro con el DRAE


            Como escritor —si no tienes hijos— es muy importante estar al tanto de las últimas actualizaciones que realiza la Academia de la Lengua, te puede salvar la vida.
            —¡Julio, ven! —oí que me llamaba la dama seca a la que recurro cuando no sé cerrar un relato.
            —Voy —respondí, y como autor erudito seguí viendo el partido de fútbol a favor de los recortes presupuestarios en Cultura.
            Se conoce que aburrida por la espera se entretuvo hojeando el diccionario que tengo en el atril del escritorio, como libro sagrado. Se marchó airada —hasta el extremo de guadañar el visillo de encajes que me regaló mi madre para que no me plagiaran los vecinos— y me dijo que la próxima vez volvería cuando estuviera dormido sobre el teclado.
            Doblemente satisfecho —el Rayo Vallecano había goleado al torero José Tomás—, al finalizar la retransmisión me dirigí a mi mesa y observé qué había estado leyendo la mala mujer. Qué lista es, pensé, no se le escapa nada ni nadie.
            El diccionario estaba abierto por esta locución:

            «voy. 1. loc. exclm. coloq.: Respuesta de un hijo a la llamada de sus padres con el significado de "No me esperes"»
* * *
Con este el microrrelato he participado en la propuesta del mes de noviembre (con el tema  «Inventa una palabra», homenaje a Julio Cortázar del concurso «Esta noche te cuento»

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 Ilustrador del mes: Juan Luís López Anaya



domingo, 3 de noviembre de 2013

«Ni un te quiero» en La taberna del Callao




Desde Sevilla se oyen los Montes de Toledo, desde lo alto de La Giralda se ven, pero para oírlos debes pasarte por La taberna del Callao, que ni por esas se callan, todo lo contrario, sirven buenos vinos —como para resucitar a los muertos— y no paran de poner voz a los relatos que escribimos. Pasad por ALLÍ, disfrutad de sus catas y de paso dejadle algún comentario como propina, que con la crisis están un poco necesitados de ánimos.

Muchas gracias a Javier Merchante por la iniciativa, a Mari Carmen de las Casas por la locución (da vida a la protagonista) y a todo su equipo de colaboradores.

jueves, 24 de octubre de 2013

La cita

(Tomada de Internet)

            «¡Que no me llamo Pilar, abuelo, que soy Ana, su nieta!», le decía. «Eso es lo que tú te crees, que eres su nieta. ¡Esos lunares, Pilar, esos lunares!» Sé que no se confundía, pero fue feliz viéndome como la abuela.
            Me crié en la creencia de que mi abuelo había muerto en la guerra. Todos los años, por San Juan, la abuela Pilar cambiaba el hábito de penitente por una falda estampada y una blusa blanca, metía dentro de su vieja maleta de cartón piedra una hogaza, unos embutidos y una manta y, sin decir nada, se iba de vacaciones al pueblo. Esos días el silencio flotaba en casa, mi madre aprovechaba para limpiar la plata y mi padre para pegar palillos en el interminable galeón. Al regresar, tres días más tarde, se vestía su hábito y todo volvía a la normalidad.
            Aunque mi familia era de Belchite, al estallar la guerra vivían en Madrid. Luego, mi abuela y mi madre se vinieron a Zaragoza. Al hacerme mayor descubrí que las guerras también matan paisajes y pueblos, por eso pensé que la abuela iba a visitar a sus primos hermanos a Belchite nuevo.
            Al finalizar mis estudios me independicé. Un tarde de junio de 1973, la abuela, que ya andaba pachucha, se presentó en mi casa y me contó lo de sus escapadas al pueblo. Los tres años siguientes, pasé la noche de San Juan con ella, en la puerta de las ruinas de la iglesia de San Agustín, esperando al abuelo. Antes de morirse le prometí que durante un tiempo prudencial acudiría a la cita en su lugar.


            En el solsticio de 1978, unos meses después de la amnistía, estaba yo sentada dentro del coche, a la entrada del templo, cuando vi acercarse a un anciano. Con el bastón como brújula desimantada señalaba los edificios derruidos tratando de orientarse. Un calambre recorrió mi cuerpo y me espadañó el vello. Bajé del coche, me dirigí hacia él. Al verme, tiró la garrota y empezó a gritar «¡Pilar, Pilar!». Corrió y se abrazó a mí. Me balbucía que no había cambiado nada, que seguía igual que entonces. Yo lloraba tanto que no podía hablar y sacarlo del equívoco.
            Lo llevé a mi casa. Cada vez que le aseguraba que era su nieta, me sonreía, me besaba en la frente y me acariciaba la base del cuello, «Esos lunares, Pilar, esos lunares que tantas veces he soñado».
            Una noche de finales de julio me llamó desde su habitación, «¡Pilar, Pilar, tengo mucho frío!». Cerré las ventanas, lo arropé con la manta de la abuela, me tendí a su lado y lo abracé. Se durmió.
            Debió de ser muy hermoso pasar el último mes de su vida viviendo con la imagen perenne de la persona que amó, el mismo rostro que había llevado en una fotografía en blanco y negro durante cuarenta años.
            Las del 78 fueron las mejores vacaciones de «Pilar», del abuelo y mías.

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Este relato ha sido seleccionado, junto con otros 54, para ser incluido en el libro que La Esfera Cultural editará con el título «¿Vacaciones?, si yo te contara...»

miércoles, 9 de octubre de 2013

Caso «Ménage à trois»

Fotografía de José A.Jiménez

            Siento la yema de su dedo acariciando mi seno desnudo cuando me pregunta que por qué estoy aquí. Aunque sé que es por mi odio a los monógamos, le contesto que soy inocente, como todas.
            Sonríe y me da un beso suave en los labios. Que en el pecho de mi marido estuviera clavado mi cuchillo de pelar patatas; que de la garganta de nuestra amante sobresaliera mi mazo para machacar ajos; que yacieran desnudos en mi cama matrimonial; que fuera yo quien descubriera los cadáveres y que fuera falsa mi reunión semanal, no probaban que yo los asesinara.
            Desliza el índice trazando sensuales espirales sobre mi vientre y le cuento que tenía una coartada, como todos los jueves, había pasado la tarde en la cama del motel con el inspector jefe y la jueza, sofocando nuestros deseos.
            Con dos dedos inicia un caminar por las partes interiores de mis muslos que me hacen entreabrir las piernas. Lo que nunca imaginé, le digo, es que se habían enamorado y habían decidido prescindir de mí para siempre.
            Posa la mano en mi vulva, cierro con rapidez las piernas y le pido que espere a que se incorpore la carcelera de noche.

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Con este el microrrelato he participado en la propuesta del mes de octubre (con el tema  «Cita con la muerte...», homenaje a Agatha Christie y el género suspense/policíaco) del concurso «Esta noche te cuento».

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lunes, 16 de septiembre de 2013

Tamanend

Estatua a Tamanend, Jefe de los Indios Delaware, en Filadelfia 

            Después de dos siglos desde que se dio por perdido el mercante «Willian Penn», el mascarón de proa que representaba al indio Tamanend fue hallado en una playa de Filadelfia. Con métodos avanzados, un grupo de científicos hemos estado restaurando la figura. La talla ha recuperado su esplendor original y el habla. En el lenguaje de los indios «Delaware» nos ha narrado cómo se fueron a pique.
            «Nos aproximábamos a las costas de Noruega cuando vimos acercarse una polvareda de agua que me recordó las estampidas de los búfalos, me sentía cabalgando a lomos de mi caballo sobre la pradera, la espuma de las olas en mi rostro eran como crines al viento. Mas de pronto, el mar se encabritó, se formó un huracán y caímos en un inmenso remolino, un acantilado de agua girando a mucha velocidad por cuyo vórtice se veía el lecho marino».
            Cuenta que murieron todos los marineros y que solo él se salvó al desprenderse del casco. Dice que durante estos años se mantuvo a flote por su cuerpo de roble y que ha surcado los mares arrastrado por las corrientes hasta regresar a su tierra.
            Los científicos no le hemos creído.

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Con esta micro-leyenda he participado en la propuesta del mes de septiembre (con el tema «Volver», homenaje a La Odisea, de Homero) del concurso «Esta noche te cuento».

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lunes, 2 de septiembre de 2013

La Encina de los Sollozos



            Del latín quercus ilex singultus. Árbol de la familia de las Fagáceas del cual solo existe un espécimen. Se ubica en un lugar de los Montes de Toledo que por razones de protección no se puede nombrar. Hay documentación que afirma que fue plantado como encina común hacia el año 720 por los musulmanes que decidieron asentarse en esos andurriales. Cuando Alfonso VI reconquista Toledo, en el año 1085, capitaneaba esa parte de la sierra Mohammed ben Abî al-Hasan, conocido por los cristianos como Boabdil «El Bolo». Cuentan que al tener que abandonar los Montes, camino de al-Ándalus, se apoyó en la encina y lloró desconsolado. La tradición oral mantenida en los corros de costura en los altozanos cuenta que su madre le espetó: «Llora como gallina lo que no supiste defender como gallo, pero no te vayas sin recoger tu jaima». Es a partir de este acontecimiento cuando se detecta la mutación del árbol de modo que —sin perder el aspecto normal de la encina— las noches de luna menguante la silueta recortada de la copa asemeja un turbante, y si sopla viento del sur, las hojas sisean sollozos. Cada rama que ha brotado con posterioridad corresponde a un disgusto comarcal: años de sequía, plagas de la mosca del olivo (Bactrocera oleae), etc. Cuando los aldeanos sienten que la pena se les «abellotona» en el pecho, por los asuntos de la vida o del ganado, se cobijan bajo la encina a respirar llantos y lagrimear suspiros.
            Las bellotas, aunque comestibles, producen depresiones y lloros fluviales. Hay estudios en curso que relacionan Los Ojos del Guadiana con la encina y los disgustos. Si en un descuido un cerdo se alimenta de las bellotas de este árbol es tan grande su lamento como en tiempos de la matanza, con la única ventaja (para él) de llevarlo ya aprendido. Gracias a la fabricación de «Aguabellomiel» (una cucharada de miel y una bellota llorona por litro de agua), las plañideras se conservan aún en la comarca. A pesar de su poca producción, está muy demandada por actores, políticos y funerarias de renombre.

            

lunes, 12 de agosto de 2013

Miel de colores




            Han matado a Gregorio, un macho diferente que tenía en mi colmena. Desde su nacimiento mostró rasgos morfológicos y modos de actuación distintos de los del resto de zánganos, por eso le puse ese nombre. Menos gordo que los demás machos y tan poco peludo como las obreras, sorprendentemente poseía un incipiente aguijón. En ocasiones se alimentaba solo. Al contrarío que sus hermanos —que zanganean a la espera de fecundar alguna reina virgen—, se le veía junto a las abejas nodrizas.
            Gregorio era querido por las hembras, sobre todo a partir del día que acompañó a Calamity Jane. Al regreso trató de imitar sin éxito el baile en círculos y los movimientos abdominales de la exploradora, provocando en las obreras la emisión de feromonas consideradas de aceptación.
            Sin embargo, el rechazo de los machos era evidente, sobre todo de Hércules, un ejemplar más grande que el resto, siempre involucrado en peleas, como echar a un zángano de una celda para ocuparla él, o no permitiendo a Gregorio acompañarles a repartir néctar entre las obreras.
           Ha quedado grabado. Hércules ha ahogado a Gregorio en la miel de una celda. Tengo la convicción de que algunos continúan siendo avispas sin evolucionar.


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Con este microrrelato he participado en la propuesta del mes de agosto (con el tema «Insectos» homenaje a La metamorfosis, de Kafka) del concurso «Esta noche te cuento».

Pinchad AQUÍ si queréis leer el relato y los comentarios recibidos en el blog de los organizadores. 


jueves, 1 de agosto de 2013

Budapest, embarcado en «La nave de los locos»


Si el año pasado La nave de los locos desembarcó en Normandía, este verano ha navegado por el Danubio y ha llevado a Los Montes de Toledo hasta Budapest.

Os invito a que leáis la breve crónica en el blog de Fernando Valls y, si os apetece, dejad allí vuestros comentarios.




No dejéis de daros un chapuzón por los diversos camarotes de La nave, merece la pena.

Gracias, Fernando.

miércoles, 17 de julio de 2013

Contestador automático



            «En este momento no puedo atenderte, deja tu mensaje después de oír la señal».
            —Que digo, hijo, que como por los Santos os iréis a Benicasim, que no os preocupéis por mí, que me acerca al cementerio el señor Andrés, el del tercero.
            «En este momento no puedo atenderte, deja tu mensaje... la señal».
            —Mira, hijo, que si vais a venir en Navidad, digo que mejor a comer, así vosotros os podéis ir al teatro mientras yo me quedo con el niño. ¿Habéis tenido alguno más?
            «En este momento no puedo atenderte, deja tu mensaje... la señal».
            —Juanito, hijo, que como mañana es domingo de Pasión, que digo que si os acercáis esta tarde con el niño o quito el belén. No está bien que se junten el nacimiento y la muerte del Señor.
            «En este momento no puedo atenderte, deja tu mensaje... la señal».
            —Juan, hijo, solo era para decirte que he vendido el piso y me voy con el señor Andrés de crucero por el Mediterráneo. Para qué tener dos casas abiertas.
            —Perdona, mamá, es que no podía aten... ¿Estás hablando en serio?
            —En este momento no puedo atenderte, deja tu mensaje después de oír la pedorreta.
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Con este microrrelato he participado en la propuesta del mes de julio (con el tema «Preferiría no hacerlo» homenaje a Bartleby el escribiente, de Melville) del concurso «Estanoche te cuento».
Pinchad AQUÍ si queréis leer el relato y y los comentarios recibidos en el blog de los organizadores. 

miércoles, 19 de junio de 2013

Vórtice

Escultura de Bruno Catalano

            No veo mi reflejo en el cristal de la oficina de subsidios pero sé dónde se ha quedado. Todas las mañanas, cuando iba al trabajo, me cruzaba con él en un escaparate. Mientras yo escribía informes, él permanecía en casa encargándose de los asuntos familiares. Por la tarde, al finalizar la jornada, nos volvíamos a cruzar y si yo limpiaba el comedor, él estudiaba en la empresa cómo desarrollar el nuevo producto.
            La primera vez que nos ocurrió fue en la vidriera de la inmobiliaria; meses después, frente a la tienda de trajes de novios y así en sucesivos comercios: muebles del hogar, agencia de viajes, ropas de bebé, papelería escolar, trajes de comunión. El caminar era pausado y apenas se trenzaban las miradas, salvo en la época que coincidimos frente a la clínica: él atendía a mi mujer y yo meritaba en la oficina por el ascenso. Más tarde empezamos a cruzarnos en los escaparates de artículos de lujo. Entonces coloqué en el despacho una foto familiar y él pasaba el día en el club.
          Hoy se ha quedado en casa, sé que está asomado al balcón y que observa un monstruo que desde el jardín le hace señas.


* * *

Con este microrrelato he participado en la propuesta del mes de junio (con el tema «En el espejo», homenaje a Alicia, de Lewis Carroll) del concurso «Esta noche te cuento».

Pinchad AQUÍ si queréis leer el relato y los comentarios recibidos en el blog de los organizadores.

sábado, 1 de junio de 2013

Luna de oveja


            Sentado en la cama, con los pies desnudos sobre la piel curtida de oveja que hace de alfombra, Braulio «El Pastor» le contaba a su nieto que ahora se enranciaba todo el día allí acostado pero que no dormía, que apenas era capaz de dar un par de pestañeos.
            —Cuando yo era un zagal de tu edad, pasaba las noches en la sierra al cuidado de las ovejas en un duermevela hasta que salía la luna. Entonces, con el sonido de los cencerros y el balar de los animales, como nanas de lana, dormía hasta que Las Cabrillas iban altas.
            El nieto, sentado a su vera, con los pies colgando, le escuchaba cabizbajo. Luego observó el ventanuco que da a la huerta y sonrió.

            A la noche, cuando Braulio recolectaba recuerdos, oye el sonido de una esquila que mana por la ventana. Mira hacia el exterior y ve el lomo de una oveja recortado a la luz de una falsa luna de queso.
            —Jodío muchacho, ¡qué listo es! —dice, y al incorporarse en la cama siente en los pies la fría pizarra del suelo. 

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Este micro fue tuneado por mi impresora de leche 3D para asistir a la III Microquedada del 18 de mayo de 2013.
Desde esa fecha está en Alemania (nada que ver con los recortes) en manos de Mei Morán (bueno, el queso creo que ha desaparecido ya) del blog  Mei Morán. Espero que si no le ha llenado el corazón al menos sí el estómago.
Si queréis conocer qué otros microrrelatos fueron tuneados, pinchad AQUI.

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Yo me traje el micro de José Luis Sandin, tuneado en una preciosa ilustración:


Escritor ante su musa en blanco
Siempre la imaginé como una mujer hermosa, inaccesible, a quien solo podía escuchar en susurros al oído. Ayer la descubrí, más visceral que visual: me lanzaba letras que desprendía de mis páginas en blanco.

lunes, 20 de mayo de 2013

De Antología



Dos microrrelatos míos inéditos han pasado el filtro de dos escritores-antólogos (Rosana Alonso y Manu Espada) y de un editor (Mariano Vega, Talentura Libros) para ser incluidos en una antología junto con otros 68 autores. Es el primer libro en el que aparezco que llega a las librerías. Estoy muy contento.

Se lo dedico a Saly, Javier y Virginia, Clara y Lhamo, David y el abuelo, por haberme permitido transitar entre ellos estando yo con frecuencia en las Batuecas.

Pinchad AQUÍ y encontrareis toda la información sobre la antología, incluso cómo se puede comprar. Son 140 historias que os harán pensar, os conmoverán, os arrancará alguna sonrisa y sin duda, os hará crecer.

Si quieres leer la semblanza mía que aparece en el libro, pincha en mi foto



jueves, 16 de mayo de 2013

Crucifixión



            —Papá, ¿te acuerdas de lo que te dije, que habían vuelto a colgar el crucifijo encima de la pizarra? ¿Y de que al día siguiente se llevaron a las niñas a otra clase? Pues hoy ha entrado el mismo hombre, ha trazado una línea al final del aula y nos ha ordenado a los emigrantes que nos sentemos allí y que no crucemos la raya.
            —¿Y qué ha dicho el maestro?
            —Nada, pero ha descolgado el cristo de la pared y se lo ha clavado al señor en la espalda.

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Esta es mi aportación  a la tercera jornada de la convocatoria  “La primavera de microrrelatos indignados 2013”. Si quieres leer más  indignados, pon tu molotov AQUÍ  



San Martín de Luiña, delimitación de los vaqueiros en el suelo de la iglesia.



jueves, 9 de mayo de 2013

La maestrita, el cartero y la burra Petra






      El cartero no sabía leer, ni falta que le hacía. Le bastaba el olor del sobre y el acontecer de sus paisanos.     
        Se llamaba Benjamín. Lo conocí al bajar de la camioneta que me llevó a mi primer destino. De rostro atezado y ojos negros, velaba su rozagante cuerpo con pantalón de pana, camisa blanca y boina negra. Intercambió las sacas de correos. Acercó la burra para que me subiera, mas no supe por dónde. Fue su primera sonrisa. Tras una hora de campos amarillos, olivos, jaras y tomillos, divisé la aldea de barro oprimido. Al quedarme sola, a la luz del candil, empecé a llorar y no paré hasta Navidad. Fueron las únicas vacaciones tristes de mi vida.
        Allí estaban Benjamín y Petra, esperándome, cuando en enero retorné para siempre. Y al llegar la primavera, pasaban más tiempo conmigo que en sus quehaceres.

       Le leí el tallo seccionado, me escribió injertos. Le nombré las estrellas, me leyó las nubes. Le enseñé pasos de baile, aprendí a leer los abrazos. Leímos en nuestros labios y escribimos en nuestras pieles. Descubrimos el amor entre los trigales. Aprendió a leer. Me enseñó a distinguir los olores y a subir a Petra. 


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Ilustradora del mes: Amparo Martínez (Petra Acero)

Con este microrrelato romántico (a mi manera) he participado en la propuesta del mes de mayo (con el tema «...qué le pasa a la princesa..., Rubén Darío») del blog Esta noche te cuento. Su objetivo era «encontrar inspiración en la literatura romántica».

Pinchad AQUÍ para leer el relato y los comentarios recibidos en el blog de los organizadores.

jueves, 18 de abril de 2013

Historia de Don José



       —¿Recuerdas la historia de José? Sí, aquel judío que fue vendido por sus hermanos, que supo interpretar los sueños del faraón. Que sí, hombre, el de las vacas flacas y las vacas gordas. Le nombraron algo así como Jefe de Gobierno y ordenó que en los siete años de abundancia los campesinos le llevaran la quinta parte de las cosechas. Pues tienes que recordarlo, caray. Luego, al llegar la sequía, en vez de dar el trigo a los egipcios se lo vendió y cuando se acabó el dinero se hizo con el ganado, la tierra y los redujo a esclavos a cambio del grano. ¿No lo recuerdas? ¿A qué catequesis fuiste? Solo se libraron los sacerdotes. ¿¡Cómo no lo vas a recordar, hombre!? Pues eso, que el tipejo, todo un depredador, es elogiado en... Yo creo que me estás tomando el pelo, que sí sabes de quién hablo.
        —Pues tío, creo que sé de quién hablas, pero lo que me despista es eso que dices del faraón y Egipto.


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Esta es mi aportación  a la segunda jornada de la convocatoria  “La primavera de microrrelatos indignados 2013”. Si quieres leer más  indignados, pon tu molotov AQUÍ  

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miércoles, 10 de abril de 2013

Ana ≠ anA




            A los veinticinco años tuve una hermana gemela. Todo empezó una mañana en el cuarto de baño, delante del espejo. Se negó a pintarse los ojos y vestirse con la bata azul. Se puso terca. Yo me marché al trabajo en la fábrica de conservas y ella se quedó diciéndome: «No quiero envejecer igual que todos». Desde entonces ha llevado su propia existencia. Dado que somos gemelas, no hemos necesitado hablarnos para saber cómo nos iba la vida. Supe que viajaba mucho y que de vez en cuando pasaba por casa, pues me encontraba cucharillas de ciudades de diversos países y alguna postal sin escribir. También la biblioteca se fue llenando de libros de viajes.
            Ahora, con sesenta y cinco años nos hemos vuelto a espejear en el envejecido cristal. «No has cambiado nada», me dice. «Pues yo a ti no te reconozco».

* * *

Este microrrelato ha sido incluido en la antología Destellos en el cristal que ha realizado la revista Internacional Microcuentista.
Podéis leer e incluso descargar el pdf pinchando AQUÍ, y si quieres en formato epub AQUÍ.

martes, 2 de abril de 2013

De gigantes, incrédulos, locos, cuerdos y el grande daño del cierre de las librerías

(El episodio de los molinos, Apeles Mestre)

            «Cuando moraban los gigantes, el dios de turno, celoso de que adoraran al Viento, le dijo a Montiel: "Si quedan diez gigantes justos..."». Las palabras de don Pedro, consagrado en Sigüenza y hombre de un solo libro, eran escuchadas con atención por los niños de la catequesis, que aprovechando la tarde primaveral se impartía a la sombra del molino. «Como no los encontró, le mandó huir con su familia», continuó el cura con su particular historia de Lot. «Fue tal la destrucción que no pudieron dejar de mirar atrás y los convirtió en molinos de cal. Ninguno sobrevivió y esta tierra quedó manchada». Estando en estas se oyó una voz atronadora y hueca que procedía del molino:
            —¡Ay! ¡Frestón, Frestón!, que únicamente Don Quijote descubrió tu embrujo. Devuélvenos nuestra gigantesca apariencia para que esos incrédulos dejen de considerar loco al único cuerdo que por estos Campos ha pasado.
            No se sabe si fue por el no respirar de los niños, pero levantose un aflato que hizo mover los brazos de Briareo que asieron la sotana del clérigo y lo aventaron.
            —Y no te olvides, Frestón, de desmurar los aposentos de los libros para que la gente lea —resonó.

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Ilustrador del mes: Vicente Mateo Sierra -tico


Con este microrrelato he participado en la propuesta del mes de abril (con el tema «Caballeros») del blog Esta noche te cuento. Su objetivo era «encontrar inspiración en Don Quijote». 

Picad con vuestra espada AQUÍ  para leer el romance de caballería y los juicios recibido en la hacienda de los organizadores.

lunes, 25 de marzo de 2013

Máquina de coser palabras


Fotografía de Juan Yanes


Hoy, Juan Yanes, como aquellos quincalleros que caminaban por los Montes de Toledo, se ha acercado al pueblo de Benicia y Justino y con su Máquina de coser palabras ha fabricado una hermosa manta pinguera con los relatos de aquellas tierras.
Estar en el blog de Juan es un honor que me sobrepasa y a la vez me anima a seguir escribiendo cosas que son verdad y no han pasado.
No dejéis de ver los relatos de Juan y leer sus fotografías, o al revés, pues son paisajes escritos.
Gracias Juan.
Pon tu aguja de coser AQUÍ para pasear por La Máquina de coser palabras.

jueves, 21 de marzo de 2013

La última cena



            Lee la etiqueta del producto Campeón en la sección de droguería. Lo deposita en el carro. Limpia con la bocamanga las «burriagas» de la niña sentada dentro. Deja caer el envoltorio vacío de un donut. Coge dos puñados de arroz de un paquete roto. Se lo guarda en el bolsillo. En la carnicería toma una bandeja. La cajera le dice que es para perros. Ella contesta que es para su cachorro. Paga con el solitario billete de cinco euros varias veces plegado. «¿Mamá, esta noche cenamos?». La madre asiente. «¡Bien, chicha! », grita la cría.

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Esta es mi aportación  a la primera jornada de la convocatoria  “La primavera de microrrelatos indignados 2013”. Si quieres leer más  indignados, pon tu molotov AQUÍ  

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lunes, 11 de marzo de 2013

La familia «distópica»


—¿Dónde estabas?
—En la habitación.
—¡Imposible! Solo hay cinco metros al teléfono y han dado tres pitidos.
—Mamá, de verdad, haciendo la cama, quizás me he demorado para colocar el embozo al gusto de Sonia.
—Bueno, no me hagas perder el tiempo. Esta tarde tengo la partida y no quedan pastas, cómpralas. Di que son para mí.
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—¿Cómo que dígame?, ¿es que esperas otra llamada?
—No, Sonia, cariño. Es una manera de contestar, acaba de llamar tu madre.
—A saber qué tienes tú entre manos.
—La escoba.
—¿La escoba? Mira que te he dicho que los jueves toca la aspiradora. A lo que iba, cuando termine la lavadora, tiende la ropa como lo hago yo, que si no se quedan las marcas, y ya sabes, cada prenda tiene su pinza de igual color. Y no te olvides de ir a por la niña.
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—Hola, cielo, ¿qué tal en el colegio?
—¡Mal, te han suspendido en manualidades, la noria no funcionaba, qué vergüenza! ¡Eres el único papa que no sabe hacer nada!
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Madrugada. Sentado en el sillón, Cándido relee «1984». Se lo recomendó su suegro en el lecho de muerte: «Toma, sueña con un mundo feliz».



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Ilustrador del mes: Fernando Martínez


Con este microrrelato he participado en la propuesta del mes de marzo (con el tema «2084») del blog Esta noche te cuento. Su objetivo era «encontrar inspiración en 1984 de George Orwell».

Pinchad AQUÍ  para leer el relato y los comentarios recibidos en el blog de los organizadores.