Han matado a Gregorio, un macho
diferente que tenía en mi colmena. Desde su nacimiento mostró rasgos
morfológicos y modos de actuación distintos de los del resto de zánganos, por
eso le puse ese nombre. Menos gordo que los demás machos y tan poco peludo como
las obreras, sorprendentemente poseía un incipiente aguijón. En ocasiones se
alimentaba solo. Al contrarío que sus hermanos —que zanganean a la espera de fecundar
alguna reina virgen—, se le veía junto a las abejas nodrizas.
Gregorio era querido por las
hembras, sobre todo a partir del día que acompañó a Calamity Jane. Al regreso
trató de imitar sin éxito el baile en círculos y los movimientos abdominales de
la exploradora, provocando en las obreras la emisión de feromonas consideradas
de aceptación.
Sin embargo, el rechazo de los
machos era evidente, sobre todo de Hércules, un ejemplar más grande que el
resto, siempre involucrado en peleas, como echar a un zángano de una celda para
ocuparla él, o no permitiendo a Gregorio acompañarles a repartir néctar entre
las obreras.
Ha quedado grabado. Hércules ha
ahogado a Gregorio en la miel de una celda. Tengo la convicción de que algunos
continúan siendo avispas sin evolucionar.
***
Con este microrrelato
he participado en la propuesta del mes de agosto (con el tema «Insectos»
homenaje a La metamorfosis,
de Kafka) del concurso «Esta noche te cuento».
Jope, he publicado por error cuando aún no tengo el enlace, cachis...
ResponderEliminarYa está el enlace, Don Javier. Puedes corregirlo para que nos lleve directamente a tu micro.
ResponderEliminarAhora me voy a leerlo.
Un abrazo,
Allá voy...
ResponderEliminarEsa es la clave, la evolución (la buena, claro). En pleno siglo XXI, aún hay comportamientos propios del paleolítico, y cada vez hay más. Creo que la RAE sopesa la desaparición por desuso de palabras como "gracias" y "perdón", además de señalar como arcaísmos las expresiones "por favor" y "tiene razón".
ResponderEliminarUn saludo
Juan M
voy pallá, que hace tiempo que ando desaparecida. Parece que voy retornando poco a poco, a pesar del calor.
ResponderEliminarUn abrazo
Ximens reconozco que he necesitado una segunda lectura, después de tu aclaración sobre Gregorio, para sacarle el jugo a tu ironía. No sé si será la molicie del verano pero, al principio, me ha pasado como a Miguel Ángel Pagés que he sentido un poco lejano el relato.
ResponderEliminarCreo que no debo de estar tanto tiempo sin escribir y sin leeros, me atrofio.
Besos