miércoles, 19 de junio de 2013

Vórtice

Escultura de Bruno Catalano

            No veo mi reflejo en el cristal de la oficina de subsidios pero sé dónde se ha quedado. Todas las mañanas, cuando iba al trabajo, me cruzaba con él en un escaparate. Mientras yo escribía informes, él permanecía en casa encargándose de los asuntos familiares. Por la tarde, al finalizar la jornada, nos volvíamos a cruzar y si yo limpiaba el comedor, él estudiaba en la empresa cómo desarrollar el nuevo producto.
            La primera vez que nos ocurrió fue en la vidriera de la inmobiliaria; meses después, frente a la tienda de trajes de novios y así en sucesivos comercios: muebles del hogar, agencia de viajes, ropas de bebé, papelería escolar, trajes de comunión. El caminar era pausado y apenas se trenzaban las miradas, salvo en la época que coincidimos frente a la clínica: él atendía a mi mujer y yo meritaba en la oficina por el ascenso. Más tarde empezamos a cruzarnos en los escaparates de artículos de lujo. Entonces coloqué en el despacho una foto familiar y él pasaba el día en el club.
          Hoy se ha quedado en casa, sé que está asomado al balcón y que observa un monstruo que desde el jardín le hace señas.


* * *

Con este microrrelato he participado en la propuesta del mes de junio (con el tema «En el espejo», homenaje a Alicia, de Lewis Carroll) del concurso «Esta noche te cuento».

Pinchad AQUÍ si queréis leer el relato y los comentarios recibidos en el blog de los organizadores.

sábado, 1 de junio de 2013

Luna de oveja


            Sentado en la cama, con los pies desnudos sobre la piel curtida de oveja que hace de alfombra, Braulio «El Pastor» le contaba a su nieto que ahora se enranciaba todo el día allí acostado pero que no dormía, que apenas era capaz de dar un par de pestañeos.
            —Cuando yo era un zagal de tu edad, pasaba las noches en la sierra al cuidado de las ovejas en un duermevela hasta que salía la luna. Entonces, con el sonido de los cencerros y el balar de los animales, como nanas de lana, dormía hasta que Las Cabrillas iban altas.
            El nieto, sentado a su vera, con los pies colgando, le escuchaba cabizbajo. Luego observó el ventanuco que da a la huerta y sonrió.

            A la noche, cuando Braulio recolectaba recuerdos, oye el sonido de una esquila que mana por la ventana. Mira hacia el exterior y ve el lomo de una oveja recortado a la luz de una falsa luna de queso.
            —Jodío muchacho, ¡qué listo es! —dice, y al incorporarse en la cama siente en los pies la fría pizarra del suelo. 

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Este micro fue tuneado por mi impresora de leche 3D para asistir a la III Microquedada del 18 de mayo de 2013.
Desde esa fecha está en Alemania (nada que ver con los recortes) en manos de Mei Morán (bueno, el queso creo que ha desaparecido ya) del blog  Mei Morán. Espero que si no le ha llenado el corazón al menos sí el estómago.
Si queréis conocer qué otros microrrelatos fueron tuneados, pinchad AQUI.

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Yo me traje el micro de José Luis Sandin, tuneado en una preciosa ilustración:


Escritor ante su musa en blanco
Siempre la imaginé como una mujer hermosa, inaccesible, a quien solo podía escuchar en susurros al oído. Ayer la descubrí, más visceral que visual: me lanzaba letras que desprendía de mis páginas en blanco.