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lunes, 17 de agosto de 2015

Las bicicletas son para el Genaro

(Pastor en su bicicleta por Teuku Jody Zulkarnaen)

            Genaro trabajaba en la tienda del duro y por eso se compró una bicicleta. Todo comenzó cuando le robaron las ovejas. Con dolor se tuvo que marchar a la ciudad, le dieron trabajo en un comercio que suministraba modestas prendas de vestir, vendía a plazos, un duro al mes. Su encomienda era visitar los pueblos de la comarca para llevar la mercancía que compraban por catálogo y cobrar el duro. Para ello necesitó la bicicleta, aunque él no sabía manejarla. Los primeros días no lograba mantenerse en equilibrio, resolvía ir andando y llevarla del manillar, pero se le echaba la noche. Con tesón y coscorrones terminó por dominar a la bestia, al poco tiempo alcanzaba el centenar de metros zigzagueando. Si para ascender las cuestas añoraba el burro, en los descensos empezó a disfrutar del placer de la velocidad. Una tarde, bajando una pendiente, no pudo frenar a tiempo, se salió de la calzada, la bicicleta se clavó en la cuneta y él voló por lo alto del terraplén, sobrepasó unas retamas y fue a caer encima de un rebaño de ovejas que sesteaban. El susto fue tan grande como la alegría por el reencuentro.

* * *
Con este microrrelato estoy participando en el concurso Esta noche te cuento en el que en homenaje a la Vuelta Ciclista hay que introducir el elemento "Bicicleta" en el relato.
AQUÍ podéis leer el relato en la página de los organizadores.

sábado, 1 de junio de 2013

Luna de oveja


            Sentado en la cama, con los pies desnudos sobre la piel curtida de oveja que hace de alfombra, Braulio «El Pastor» le contaba a su nieto que ahora se enranciaba todo el día allí acostado pero que no dormía, que apenas era capaz de dar un par de pestañeos.
            —Cuando yo era un zagal de tu edad, pasaba las noches en la sierra al cuidado de las ovejas en un duermevela hasta que salía la luna. Entonces, con el sonido de los cencerros y el balar de los animales, como nanas de lana, dormía hasta que Las Cabrillas iban altas.
            El nieto, sentado a su vera, con los pies colgando, le escuchaba cabizbajo. Luego observó el ventanuco que da a la huerta y sonrió.

            A la noche, cuando Braulio recolectaba recuerdos, oye el sonido de una esquila que mana por la ventana. Mira hacia el exterior y ve el lomo de una oveja recortado a la luz de una falsa luna de queso.
            —Jodío muchacho, ¡qué listo es! —dice, y al incorporarse en la cama siente en los pies la fría pizarra del suelo. 

***


Este micro fue tuneado por mi impresora de leche 3D para asistir a la III Microquedada del 18 de mayo de 2013.
Desde esa fecha está en Alemania (nada que ver con los recortes) en manos de Mei Morán (bueno, el queso creo que ha desaparecido ya) del blog  Mei Morán. Espero que si no le ha llenado el corazón al menos sí el estómago.
Si queréis conocer qué otros microrrelatos fueron tuneados, pinchad AQUI.

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Yo me traje el micro de José Luis Sandin, tuneado en una preciosa ilustración:


Escritor ante su musa en blanco
Siempre la imaginé como una mujer hermosa, inaccesible, a quien solo podía escuchar en susurros al oído. Ayer la descubrí, más visceral que visual: me lanzaba letras que desprendía de mis páginas en blanco.