Combate
entre el Carnaval y la Cuaresma
- Bruegel el Viejo, 1559
En el año 2000, toda Hispania estaba ocupada por los
cristianos... ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles toledanos
resistía aún al evangelizador, por ello, la jerarquía romana envió al padre
Marcelo Rámiz, extremeño, un auténtico templario, para que les sometiera a la
Fe Verdadera. Al llegar a aquel pueblo perdido entre los montes tuvo que
decidir si exterminaba a los nativos con plagas celestiales o se integraba en
sus costumbres paganas y —lobo a oveja— atraía a las bestias al rebaño divino.
Don Marcelo vio la oportunidad cuando el cielo les cayó encima y el diluvio se
llevó el salón de baile.
Catorce años después no se entiende ningún carnaval sin
la fiesta de máscaras organizado en las dependencias parroquiales. Adelanta el
tapado de imágenes para que no vean el bautismo de vírgenes, la comunión de
nalgas, la confirmación de perversiones sexuales, la consagración de deseos y
la resurrección de pasiones jubiladas. Mientras entre los bancos, capillas y
confesionarios se festeja la bacanal de la carne, con la pila bautismal rellena
con el mejor vino de misa, el cura Marceloramix —desde el púlpito— hace
inventario de los ausentes para el informe al obispado de los cristianizados en
el ejercicio.
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Con este microrrelato participo en la
propuesta del mes de febrero (con el tema «en la fiesta de máscaras», «Esta noche te cuento»
Ilustradora del mes: Sara Lew