(Fotografía de Víctor Lax)
Cuando se murió
mi marido lo tuve claro, nada de llevar sus restos al cementerio de la Almudena
y tener que ir los fines de semana a llevarle flores, novedades y reproches.
Como además de mi pensión me quedó la de viudedad, decidí que esta me la
gastaría en arreglarme. Así pues, lo incineraron y sin que nadie lo supiera
tiré sus cenizas en el cine París. Entonces sí, cada vez que había estreno,
compraba un clavel y me iba a visitarlo en mi butaca preferida. Nunca pensé que
el cine cerrase, me disgusté cuando abrieron los Salones Reina, pero me vino
bien. Empecé a venir a tu peluquería, me aviaba con mis mejores vestidos, me
presentaba por parte del novio y me sentaba en la tercera mesa de la izquierda,
donde aproximadamente reposaba mi marido. Hice buenas amistades. Si había
promociones comerciales, allí estaba yo, no compraba nada y me traía el regalo.
Sin embargo, como sabes, con la crisis el salón cerró y abrieron el Mercadona. Mi marido queda justo en la sección
de charcutería, estará contento con lo que nos gustaban las gallinejas, pero
ahora sí, chica, me remuerde la conciencia y me he hecho vegetariana.
* * *
Con este
microrrelato he participado en la convocatoria del concurso Esta Noche Te Cuento, en el que se proponía crear una
historia inspirada en la fotografía realizada por Victor Lax.