miércoles, 20 de julio de 2011

Justicia taurina


A las puertas del Cielo llegó un torero luciendo su mejor traje.
—¡Pasa, pasa! —Le dijo San Pedro que jugueteaba con las llaves—. Pasa y pregunta por Lucas.
Le halló sentado bajo una encina. Se protegía de la deslumbrante Luz pues estaba reescribiendo el libro sagrado que con las múltiples traducciones se había desvirtuado. Sorprendiose el matador de ver a su simbólica mascota pastando en la dehesa paradisíaca. El santo le ignoró pero no así el animal que de una cornada le mandó directo al Infierno

martes, 12 de julio de 2011

Ni un te quiero



Cómo pasa el tiempo. Cuatro años desde que te fuiste y me dejaste sola... Ya..., ya sé..., pero ellos tienen sus problemas, son otros tiempos, tanto trabajar para gastar y gastar y presumir. Dicen que el luto lo llevan en el interior, pero solo les veo divertirse. Debe estar muy dentro, pues ni por Los Santos han venido a verte. «Madre, nos vamos a Benicassim, a pasar el puente...», y aquí me veía yo sola, limpiando la sepultura para nada..., bueno sí, para ti y la zorra de tu hermana... ¡Bueno, ya sé!... Pero cuando vino no fue más que para traer unas flores de plástico, compradas en los chinos, que es roñosa hasta para eso... ¡Sí, me callo!... !No, eso no!, lo tumbó el viento cuando lo aparté para limpiar la lápida, se cayó, y se rompió porque también era barato... ¡Vale!, pero de algo tendré que hablar.
¿Sabes?, aquí al lado están enterrados los vecinos del panadero, sí, aquellos tan presumidos... sí, se mataron en un accidente con «mira...mi 4x4». ¡Pues no me callo! Ahora puedo decir lo que pienso, y mentarte lo que siempre callé. ¿Sabes el único reproche que te hago?... Pues que nunca te declaraste... Nunca, nunca... No querido, eso se lo dijiste al cura no a mí... Cuando yo te preguntaba me decías «sí», «que sí», «mucho», «también», ni un solo «te quiero»... ¿Cómo?... Perdona, pero fue tu padre el que se declaró al mío: «Juan, que veo a los muchachos muy encaprichaos, y antes que se engorronen es mejor apañarlos». «Sea, pero solo les doy la mula... ».
Sí..., es cierto..., nunca me lo dijiste pero me lo demostraste muchísimas veces... Qué sé yo lo que es mejor, nunca entendí de adivinanzas...
Esta raja mete el agua dentro, seguro... Mira que le dije al muchacho que viniera con la silicona, pero como sí nada... ¿El cristo?, pues de madera, el de cobre lo robaron... Si por ellos te meten en un nicho, pero me negué, quiero estar aquí contigo, pues fuiste un buen hombre... ¿Para siempre...?... Sí, apañado vas tú si te crees que te voy a dar otra mula..., y... ¡anda!, ¡échate para un lado!, que me estas clavando las costillas en la espalda.

viernes, 1 de julio de 2011

Emboscados


Hace miles de años, en la selva, una asamblea de árboles soñó al Hombre. Eso los mató.