sábado, 30 de diciembre de 2017

A meses

(Fotograma de Tras la ventana, corto de Ana Suárez y Daniela Delgado)

         
         —Mamá, ¿qué hace ahí afuera el abuelo arañando la ventana?
         —Haz como si nada, ya sabes, desde que murió la abuela se pasa el día rezongando. Llama tú al tío y dile que hace dos días que tenía que haber venido a por él, pues a mí me dirá que para eso soy la hija.


miércoles, 29 de noviembre de 2017

Ranoir

(Fotografía de Mar del Rey, escritora)



            A la charca de las ranas ya no acuden príncipes melancólicos y tímidos que añoran a una joven hermosa a la que alguna bruja maligna haya embrujado. Tampoco se acercan los empleados municipales a limpiar residuos atrapados por la belleza reflejada. A nadie le interesan ya ni príncipes ni barrenderos. Solo las estrellas y la luna siguen tremolando en la superficie. Sin embargo, las ranas están más felices. Ahora que pueden nadar sin tanto temor a ser besuqueadas, ni a quedar presas en las redes, se dedican a decorar con flores, bacterias, algas, hojas y ramitas —como cuadros impresionistas en lienzos de cielo espejeado— los sueños de los desempleados que deambulan por el parque, saben que en ellos está la esperanza, aunque ellas tengan que volver a esconderse.

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Este microrrelato ha sido mencionado en el concurso Esta noche te cuento
El tema de la convocatoria eran los seres mágico.
AQUÍ podéis leer el relato en la página de los organizadores, y en este ENLACE la relación de seleccionados y mencionados.


domingo, 29 de octubre de 2017

Flor de almendro


            Mi abuela se recogía el moño con aquel tipo de redecilla, pero no era lo mismo. A mí me gustaba mucho más en las larguísimas piernas de las bailarinas que anunciaban las funciones del Teatro Chino de Manolita Chen. Por entonces, yo estudiaba en el seminario de Toledo pero, al llegar el verano, volvía a Talavera de vacaciones y echaba una mano a mi madre, como recadero en su mercería. Cuando tenía quince años, la mañana del primer día de las ferias, una joven de belleza forastera trajo varias medias de nailon para que mi madre le cogiera los puntos, pues la zurcidora del teatro se había roto. Así fue como conocí a Adelina Li-Mee —cuyo significado chino dijo ser «flor de almendro»—, una chica que quería ser cantante y vedete, pero aún no tenía la edad. Por la tarde se las llevé reparadas, y me lo enseñó todo: el mundo multicolor tras bambalinas, dónde finalizaban las piernas con medias de mallas, cómo se colocaban las ligas, qué se ocultaba bajo las estrellitas sobre los pechos Todo. Agradecido le entregué mi virginidad. Cuando terminaron las fiestas, Li-Mee se marchó con el teatro, y se llevó mi vocación.


miércoles, 27 de septiembre de 2017

Raíces y costumbres

(Fotografía de Cristina García Rodero)

            Con los ahorros de toda una vida trabajando en Ámsterdam se construyeron una casa en su aldea de los Montes de Toledo. Cuando se jubilaron se fueron a vivir en ella y conservan una mezcla de costumbres. Él, vigilante, se sienta a la puerta en una silla de nea y toma el fresco. Ella, en la ventana, rememora la vida allí.

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Con este texto participé en los Viernes creativos organizados por Ana Vidal en la página El Bic naranja que consiste en escribir una historia inspirado en la fotografía.

martes, 22 de agosto de 2017

Errantes

(Otto Dix)


            Con el fusil al hombro y vestido de derrota llegó a la aldea una noche de ventisca, niebla y confusión. En la primera casa pidió cobijo, le abrió una mujer desgreñada —con la tez morena curtida por el fuego del hogar— que le preparó una sopa y una cama caliente. Muchas vigilias de soledades desde que su marido partió a la guerra, la atracción de los cuerpos jóvenes, el ventarrón, el miedo y el deseo se apoderaron de ellos y yacieron unidos. En la amanecida, el joven soldado abandonó la morada y prosiguió el viaje por el sendero que asciende a la sierra. Cuando se le echa la oscuridad y la niebla blanquea el contorno llega a un pueblo en medio de la tristeza, golpea con la aldaba de hierro fundido la puerta de una casa y una mujer joven le abre la puerta, se aman con pasión y en el amanecer prosigue su camino, ese que le llevará de las tinieblas a otra noche con la misma mujer, la que había fallecido en el incendio de su hogar tras conocer la muerte de su marido en el frente.

miércoles, 19 de julio de 2017

Superabuelo

(Fotografía de Paco Jarillo)


            De mi abuelo heredé su sombra. Mi abuelo tenía el don y la gracia. El don porque en su paladar se veía una Cruz de Caravaca. La gracia porque lloró en el vientre de su madre. Así que no le mordían los perros rabiosos y tenía poderes. Por ejemplo, cuando íbamos al colegio, al entrar en el andén del metro, él levantaba la mano y el tren se detenía. Al cruzar las calles se situaba de espaldas al semáforo, se concentraba y hacía que el rojo se apagara y se encendiera el verde. Por las tardes, después de comer dejaba de respirar media hora y yo aprovechaba para ver los dibujos animados. Un día que fuimos al cementerio observé que al entrar en el panteón familiar desaparecía su sombra. Me dijo que aquello no eran poderes, que era por el sol, pero que cuando se fuera con la abuela me la dejaría como recuerdo. Ahora el abuelo se ha ido y he comprendido que me tomaba el pelo con lo del metro, el semáforo y dejar de respirar, pero me cuesta mucho explicar, a los que se dan cuenta, el motivo por el cual tengo dos sombras.

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Este microrrelato ha sido seleccionado en el concurso Esta noche te cuento para ser incluido en el libro anual. El tema de la convocatoria era los superhéroes.
AQUÍ podéis leer el relato en la página de los organizadores, y en este ENLACE la relación de seleccionados y mencionados.

sábado, 24 de junio de 2017

Migraciones

(Ilustración de Cyril Rolando) 

            Mientras las almas se izan a los paraísos caobas y los cuerpos se incorporan a la cadena alimentaria del Mediterráneo, los tiempos no vividos se sumergen hasta el fondo marino y forman corales de sueños que seguirán creciendo hasta hacerse arrecifes que permitan —a los hijos de los hijos que no tuvieron— caminar por la superficie como ya hicieran sus ancestros y asentar en Europa, esta vez sí, al Homo sapiens.

                                                                * * *
Con este microrrelato participé en los Viernes creativos organizados por Ana Vidal en el blog El Bic naranja que consiste en escribir una historia inspirado en la ilustración.

martes, 20 de junio de 2017

Esnobismo


            La constreñida economía ha originado que sea un artículo de lujo disponer de un puesto de trabajo. Algunos emprendedores han descubierto un nicho de mercado y han empezado a comercializarlos. Si paseas por las principales calles comerciales de las grandes ciudades podrás pararte frente a los escaparates en los que se exponen para su venta. Así, no es extraño encontrar a un actor sentado en una mesa de oficina tecleando en un ordenador; otro, con un disfraz de fontanero que simula arreglar las tuberías de un cuarto de baño. La multitud de viandantes que pegados al cristal contemplan los productos con envidia saben que a esos precios inalcanzables solo están reservados para los ricos. Estos, siempre deseosos de destacarse sobre el resto de los mortales, no dudan en comprar un empleo y ejercerlo, ya sea panadero o repartidor de pizzas. Esto no es nuevo, ya a María Antonieta le gustaba jugar a los campesinos en la aldea del Petit Trianon. Mas es una moda, sin duda ocurrirá como con todo, cuando se pongan en el mercado muchos puestos de trabajo, la clase media querrá emular a la alta y empezará a adquirirlos, se popularizarán, momento en el cual perderá el interés para los ricos y dejaran de consumirlos. Las personas que pertenecen a la clase vulnerable no se verán afectadas, nunca podrán optar a esos productos, salvo que se los entreguen por caridad o los roben.



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(Francisco Javier Cebollero, un desempleado oriundo de Zaragoza)
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Con este microrrelato participo en la Primavera de Microrrelatos Indignados de 2017, que con el tema «Desigualdades Económicas y Sociales» ha organizado Miguel Torija Marti. En su blog La colina naranja encontraréis todos los autores y microrrelatos participantes.



jueves, 25 de mayo de 2017

Salario Mínimo Interprofesional

(Sergio Cerchi)

         Los amigos del barrio no se creen que haya encontrado trabajo, me dicen que ya es mala suerte, solo uno de cada diez mil lo encuentra. Me han preguntado si no tenía seguro de empleo y les he dicho la verdad, que no. «Pues ahora te volverán las preocupaciones, tendrás que vivir por encima de tus posibilidades», que ya no me quedará para pagar los gastos de la Berlingo, ni los recibos de luz y agua, ni el alquiler; que apenas podré comprar comida y que me olvide de la ropa. Les dije que tan solo es temporal, mientras está de baja uno que voy a sustituir. Los muy cachondos me proponen que si consigo la dirección, ellos se encargan de que le den el alta de inmediato, ¡qué brutos! Pero es que lo estaba pasando bien, ajustado, suficiente para lo imprescindible y sin necesidad de que me ayudaran los abuelos. A ver cómo se lo toman ahora. Deseo que sea por pocos meses para que no me de tiempo a generar deudas que no pueda tapar cuando finalice el contrato. Aún no le he dicho nada a mi mujer, me da vergüenza, pero acabará por enterarse.


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Con este microrrelato he obtenido el 5º Premio, en la categoría Madrid, en el  IV certamen de microrrelatos Vallecas Calle del Libro organizado por vallecas todo cultura.

martes, 9 de mayo de 2017

Lo dejo

(El escritor, Albert Anker)

            He decidido no ser escritor, no plasmar en papel ninguna historia más ni dar mis novelas a la estampa. La culpa la tiene esa recomendación de la necesidad de leer mucho para escribir bien. He descubierto que iba a crear narraciones que ya están publicadas, por ello, es mejor dejarlo, pues, imagínate que después de estar unos años trabajando en una obra te presentas a una editorial y te dicen usted es un cachondo, ¿y eso?, esto que me trae es la novela Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós, ¡qué corte! Y es que ya me ha ocurrido varias veces, leer un libro y decir esto es lo que iba a escribir yo, por ejemplo, ese que empieza «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento...», pues resulta que ya lo tiene publicado Gabriel García Márquez; o aquel que comencé con «En un lugar de los Montes de Toledo, de cuyo nombre no quiero acordarme...» y me dijo mi editor que le sonaba que eso ya existía. Luego, es mejor que me dedique a leer los buenos libros que ya he escrito y han firmado otros que creer que eres un autor que tiene mala memoria y se repite.


domingo, 7 de mayo de 2017

PMI'2016 (Refugiados), el libro


Ya está a la venta el libro digital recopilatorio de los relatos recibidos en la edición de 2016 de la Primavera de Microrrelatos Indignados.

El coste del libro es de 1.25€ + IVA. Todos los beneficios (1€ por libro) serán destinados a la ONG Open Arms que se dedica a rescatar a refugiados del Mediterráneo.


Para adquirir el libro entra en este enlace.

Yo participé con Epílogo de la Odiosea.

jueves, 20 de abril de 2017

Ana ≠ anA

(Tomada de Internet)

         A los veinticinco años tuve una hermana gemela. Todo empezó una mañana en el cuarto de baño, delante del espejo. Se negó a pintarse los ojos y vestirse con la bata azul. Se puso terca. Yo me marché al trabajo en la fábrica de conservas y ella se quedó diciéndome: «No quiero envejecer igual que todos». Desde entonces ha llevado su propia existencia. Dado que somos gemelas, no hemos necesitado hablarnos para saber cómo nos iba la vida. Supe que viajaba mucho y que de vez en cuando pasaba por casa, pues me encontraba cucharillas de ciudades de diversos países y alguna postal sin escribir. También la biblioteca se fue llenando con algún que otro libro de viajes.
         Ahora, con sesenta y cinco años nos hemos vuelto a espejear en el envejecido cristal. «No has cambiado nada», me dice. «Pues yo a ti no te reconozco».

jueves, 23 de marzo de 2017

«Un cocido de muerte» en libro, fotografía y audio


Con motivo de la entrega de premios del concurso Esta noche te cuento en San Vicente de la Barquera, el pasado 11 de marzo, además de la presentación del libro «microvuelos», el fotógrafo José Fco. Álvarez García nos entregó una fotografía como ilustración, bajo su mirada, de cada cuento.


Pinchad AQUÍ si queréis comprar un ejemplar del libro «microvuelos».


Si quieres recorrer la exposición «1 imagen, 200 palabras» de José Fco, AQUÍ tienes el enlace.



Si te apetece leer mi microrrelato, este es el enlace: Un cocido de muerte

Y si quieres que te lo lea yo, aquí me verás a partir del minuto 35' en el VÍDEO realizado por Rubén Ruiz.

lunes, 20 de marzo de 2017

«Sindu, el ferrón», finalista en el concurso La Ferrería de Cades

(Fotografía de La Ferrería de Cades)

La Ferrería de Cades, la Asociación de Desarrollo Rural Saja Nansa y los alojamientos rurales Sendero del Agua y El Molino de Bonaco organizaron un concurso de microrrelatos de hasta 120 palabras entre las que debía figurar los elementos: hierro, fuego y agua.
El verdadero premio fue poder visitar La Ferrería (video), una industria del siglo XVIII dedicada a extraer piezas de hierros directamente del mineral de mina mediante su horneado y moldeado a través de la energía que se obtiene del caudal del río Nansa. Junto a la Ferrería se ha restaurado también un molino harinero de río de la misma época. Os animo a una escapada rural a Cantabria y visitar las instalaciones funcionando.

Con este relato quedé finalista:

Sindu, el ferrón
Todos le daban por chiflado. Fabricaba las mejores herraduras de la comarca, pero las historias que contaba solo nos las creíamos los chavales que íbamos a la ferrería a escucharlas. Con los latidos del mazo y el respirar del fuelle de fondo, fraguaba las herramientas mazando con fuerza el rojo candente del hierro llevado por el fuego. Cuando templaba en agua, entre chisporroteos y vapores, hablaba de navegantes o de Aquiles, el de los pies ligeros. Al salir de la fragua, nos imaginábamos mirmidones que corríamos a tomar el pueblo armados con sartenes, escoplos y clavos.
Cuando marchamos a la capital, Sindu tuvo que cerrar. Ahora es un museo, mas en mi cabeza aún resuenan aquellos golpes, leyendas y correrías.

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Pincha AQUÍ si quieres leer los relatos ganadores y finalistas.


jueves, 16 de marzo de 2017

Ladrar mediterráneo

(Ilustrado por Paloma Casado)

Tantos días pasó en la playa ladrando hacia África que los payasos del circo, conmovidos, se lo llevaron en sus risas. Todo empezó meses antes con un «¡Que te vayas, perro bobo!», que le gritó quien había sido su amo desde que fuera cachorro. Luego le lanzó una piedra. Pero, al animal le daban lo mismo tanto las pedradas como el palo que acababa de tomar. Lo siguió durante toda la jornada, el joven hizo un gesto de desesperación y desistió de ahuyentarle. Cruzaron sabanas, pantanos y desiertos, durmieron bajo el cielo estrellado, compartieron la comida y llegaron a un bosque junto al Mediterráneo. Una noche, seis meses después, lo ató a un árbol, «Te lo dije, debiste quedarte en la aldea». Cuando a la mañana otros jóvenes lo desataron, corrió hasta la orilla y comenzó a ladrar hacia el mar. Los días pasaron y su amo no volvió, mas él no dejó de lanzar lamentos a las olas. Vagabundeando llegó al puerto, encontró un hueco en la valla. Acurrucado entre las patas de un caballo de cartón piedra cruzó el estrecho de Gibraltar. Cuando los feriantes acamparon, el perro corrió a la playa y prosiguió aullando al mar.

sábado, 4 de marzo de 2017

Que no te engañen

(Foto del álbum de familia Comas, 1922)


Esta fotografía está hecha en 1922, la tercera de la izquierda era mi abuela, que da la mano a la tía Felisa, que llegaste a conocer. Catorce años después todas estaban casadas, salvo estas, Alicia y Carmen, que seguían dadas de la mano cuando las fusilaron, en ese mismo muro. Aún no nos dejan que las exhumemos.

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Con este microrrelato participé en los viernes creativos de Ana Vidal.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Clamor africano

(Imagen tomada de la Red)

         África no puede repartir más pobreza y exige a Europa que aumente los medios para frenar a los emigrantes millonarios que buscan una vida peor.
Aunque la policía española realiza redadas en las lujosas urbanizaciones de Marbella, no puede evitar que permanezcan a la espera de poder cruzar en sus yates. Con dudosa legalidad, se han instalado en la frontera alambradas disuasorias con billetes afilados. En Marruecos los detienen, si consiguen identificarlos, fletan cayucos para devolverles, si no, los dejan en libertad.
Una vez libres, tratan de llegar a los países más pobres de África en los cuales existe una corriente de opinión en contra liderada por los partidos políticos que han luchado para depauperar el país. Un logro que ha costado muchos años para que ahora lleguen los europeos a disputarles la miseria. A favor están los movimientos humanitarios, aducen que ocupan los puestos de responsabilidad que nadie quiere y que lo deseable es invertir en Europa con sistemas de explotación similares a los africanos que les permita ser pobres por sí solos. Mientras tanto, va a ser muy difícil frenar a estas personas que lo tienen todo, menos el hambre.

jueves, 5 de enero de 2017

Fe


(Imagen tomada de Internet)

         —¿Quién se ha comido al niño Jesús! —preguntó la madre con cara desencajada.
         Su voz retumbó en las paredes de chapa. El silencio se mostró herrumbroso. El padre miró al hijo que le devolvió una mirada hambrienta. La pequeña agachó la cabeza al percibir que los tres volvían el rostro hacia ella, quiso ocultar sus ojos delatores bajo la mesa de formica pero no llegó a tiempo. Una rata se rascó los bigotes en el rincón.
         —¡Oh, Dios! —gritó la madre y se santiguó—. ¡Ahora nos privará de todo!
        El hijo imaginó la habitación sin las dos camas, sin la mesa y las cuatro sillas, sin la cocinilla en el rincón ni el belén sobre la vieja maleta. Vio barro.
        —Doña Margarita ha dicho que mañana es Navidad y que nacería otra vez el Niño Dios —dijo la niña con voz lluviosa—. Por eso pensé que... —y arrancó a llorar.
           —¡A la cama sin cenar! —dictaminó la madre.
           El niño tosió para espantar el frío.
           El padre cogió los tres camellos, dio uno a la madre, otro al hijo y se quedó con el de Baltasar, que le faltaba la cabeza. Todos salivaron y chuparon las figuritas de mazapán del año pasado.
          —La mula y el buey son para comer mañana, así que ya lo sabéis —advirtió la madre—. Y para Nochevieja Dios proveerá.

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Relato con el que participo en el concurso de #cuentosdeNavidad de ZENDALIBROS.COM