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miércoles, 6 de junio de 2018

Verónica

(Óleo sobre cobre, S. XVII)



A Isabel Ausina
                              Tras dar un fuerte portazo, Su Santidad abandona los Archivos Secretos del Vaticano portando un paño de lino en las manos. La vibración origina que una zanja se abra en el suelo, cruce la Basílica, atraviese Roma y, por la Vía Apia, llegue al Vesubio, que la transforma en una serpiente de fuego. Bajo el mar, alcanza Jerusalén, y asciende por la Vía Dolorosa hasta la Sexta Estación. Justo en ese instante: el volcán entra en erupción; en la Catedral de Turín, la Sábana Santa tiembla y el cristal de la vitrina se resquebraja; en el Vaticano, el Santo Padre se postra ante la estatua de La Piedad y pide, a voz en grito, a la Virgen María y a todas las mujeres del mundo, su perdón por el daño que les han ocasionado en los dos mil años de ocultismo; en la Capilla Sixtina, la bóveda colapsa y se precipita sobre los cardenales, que reunidos en cónclave pretendían inhabilitar al Papa.
                              El Pontífice corre a la ventana de su habitación y mostrando la Santa Faz a la cristiandad les dice «Este es el verdadero rostro del Mesías».

* * *

Con este microrrelato he participado en la convocatoria del concurso Esta Noche Te Cuento, en el que se proponía crear una historia inspirada en la siguiente fotografía realizada por Annie leibovitz:







                         


jueves, 5 de enero de 2017

Fe


(Imagen tomada de Internet)

         —¿Quién se ha comido al niño Jesús! —preguntó la madre con cara desencajada.
         Su voz retumbó en las paredes de chapa. El silencio se mostró herrumbroso. El padre miró al hijo que le devolvió una mirada hambrienta. La pequeña agachó la cabeza al percibir que los tres volvían el rostro hacia ella, quiso ocultar sus ojos delatores bajo la mesa de formica pero no llegó a tiempo. Una rata se rascó los bigotes en el rincón.
         —¡Oh, Dios! —gritó la madre y se santiguó—. ¡Ahora nos privará de todo!
        El hijo imaginó la habitación sin las dos camas, sin la mesa y las cuatro sillas, sin la cocinilla en el rincón ni el belén sobre la vieja maleta. Vio barro.
        —Doña Margarita ha dicho que mañana es Navidad y que nacería otra vez el Niño Dios —dijo la niña con voz lluviosa—. Por eso pensé que... —y arrancó a llorar.
           —¡A la cama sin cenar! —dictaminó la madre.
           El niño tosió para espantar el frío.
           El padre cogió los tres camellos, dio uno a la madre, otro al hijo y se quedó con el de Baltasar, que le faltaba la cabeza. Todos salivaron y chuparon las figuritas de mazapán del año pasado.
          —La mula y el buey son para comer mañana, así que ya lo sabéis —advirtió la madre—. Y para Nochevieja Dios proveerá.

***
Relato con el que participo en el concurso de #cuentosdeNavidad de ZENDALIBROS.COM 




domingo, 21 de agosto de 2016

El mito de la jabalina de Astylos


            En el museo de Olimpia se muestra una jabalina del siglo IV que se encontró clavada en la arena del Panatenaico horas antes de la inauguración de la I Olimpiada Moderna. Debajo, un friso romano representa a un atleta que lanza una jabalina, un templo ardiendo y la inscripción «Astylos de Heraclea». Cuenta el filósofo Plutarco de Atenas (†432) que se trata del último niño que subió al olivo sagrado y con el cuchillo de oro cortó las ramas con las que se glorificaba a los vencedores. Meses más tarde, Astylos entrenaba en el gimnasio decidido a ser el ganador del pentatlón. Con el cuerpo tenso, la jabalina en la mano y la mente concentrada en un lugar lejano, inició la carrera, tomó velocidad y la lanzó con una fuerza sobrehumana. No la vio caer, lo cegó el dolor que le produjo la espada del pretoriano del cristiano emperador. Recuperada la consciencia todo era destrucción y holocausto. Se arrastró hasta el altar y quiso ofrecer su muerte a Zeus que, conmovido, le concedió la inmortalidad por haber lanzado la vara de fresno más allá del falso nuevo dios. A la jabalina le ordenó errar por el firmamento como estrella fugaz.

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Con este microrrelato participo en el concurso Esta noche te cuento  con motivo de las Olimpiadas.
AQUÍ podéis leer el relato en la página de los organizadores.