
Animal mitológico marino con aspecto totalmente vacuno
salvo por el color dorado del cuerpo y la cola, que la tiene muy desarrollada,
en forma de periscopio finalizado con un ojo de buey a modo de lente y dos
orificios nasales por los que respira. Según la mitología de los pueblos de
Asia Menor se trata de la diosa Vaal. Era una de las esposas del dios Baal. Su
pasión zoofílica por los toros enojó al cornudo del marido que la convirtió en
becerra de oro. Con la propagación del judaísmo, en una de las destrucciones de
los ídolos paganos —documentada en las antiguas escrituras (Reyes, 17,2) —,
Baalin, joven guerrero hijo de ambos, salvó a su madre arrojándola al mar.
Mantuvo el aspecto de vaca dorada y empezó a llamársele Vacagua. Habitó en las
praderas submarinas, su amor a los animales se transformó en maternal y se
dedicó a amamantar los defines huérfanos. La expulsión de su gas metano originaba
hermosas medusas. Cerca de Creta tuvo encuentros vacunos con el Minotauro,
engendrando las doradas, apreciadas por los pescadores. Poseidón, harto de que
sus caballos se desbocaran cada vez que se cruzaban con ella, la pinchó con el
tridente y herida de muerte emergió al otro lado del Mediterráneo, en un
espacio de tierra que quedó cubierta por su piel. Los campos de trigo, hasta
entonces de color fucsia, adquirieron el aspecto dorado con el que los
conocemos hoy día. Cuando la cristianización, Vacagua fue tomada como patrona
de los lecheros, de ahí la costumbre de bautizar el litro de leche con una
jícara de agua antes de su venta.