jueves, 15 de noviembre de 2012

El ardor de las palabras





            Después de unos años creando el poema destinado a declarar su amor a la joven viuda —ahora ya madura—, por fin lo tenía acabado, quedándole tan solo decidir si en el verso mil seiscientos treinta era mejor poner una u otra palabra, cuestión esta a la que se consagraba durante las tres últimas semanas.
            Se sentía muy gozoso de haber hallado las locuciones precisas para sus cabellos sedosos, las cejas escarzanas, la recoleta mirada, el fulgor de su sonrisa, la constelación de lunares del cuello, su exuberante castidad, los gestos de gala y así hasta las uñas de los pies: de nácar irisado. Dudó mucho con los pechos, pero se dijo que debía ser decidido y los adjetivó como melíferos. Sin embargo, estaba dubitativo hasta la extenuación para escoger la palabra adecuada al sentir de su propio corazón.
            Una mañana que paseaba por el parque reflexionando sobre las pasiones que se abrirían o cerrarían por la decisión, le avisaron de que su casa estaba ardiendo. Al llegar a la devastada vivienda y ver los manuscritos calcinados, continuó preguntándose —ahora ya sin sentido alguno— si era más preciso decir que había sido el fuego o la llama.

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Este microrrelato ha sido seleccionado como finalista en la propuesta del mes de noviembre (tema «Como el fuego») del blog Esta noche te cuento

Poned vuestra manguera aquí para leer el relato en el blog de los organizadores y, si os apetece, dejad allí vuestros comentarios.

Creo que os arrancaré una sonrisa, pues sospecho que todos tenéis algo de poetas.

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El relato ha sido incluido en el libro Esta noche te sueño


lunes, 5 de noviembre de 2012

Perverso Morfeo


Cuadro La siesta de Van Gogh


            Estaba con la inaccesible mujer de mi vida, la que siempre deseé. Había sido ella la que se fijó en mí y me sedujo. Era como estar en un sueño del que no quería despertar, y me quedé dormido.