(Otto Dix)
Con el
fusil al hombro y vestido de derrota llegó a la aldea una noche de ventisca,
niebla y confusión. En la primera casa pidió cobijo, le abrió una mujer
desgreñada —con la tez morena curtida por el fuego del hogar— que le preparó
una sopa y una cama caliente. Muchas vigilias de soledades desde que su marido
partió a la guerra, la atracción de los cuerpos jóvenes, el ventarrón, el miedo
y el deseo se apoderaron de ellos y yacieron unidos. En la amanecida, el joven
soldado abandonó la morada y prosiguió el viaje por el sendero que asciende a
la sierra. Cuando se le echa la oscuridad y la niebla blanquea el contorno
llega a un pueblo en medio de la tristeza, golpea con la aldaba de hierro
fundido la puerta de una casa y una mujer joven le abre la puerta, se aman con
pasión y en el amanecer prosigue su camino, ese que le llevará de las tinieblas
a otra noche con la misma mujer, la que había fallecido en el incendio de su
hogar tras conocer la muerte de su marido en el frente.
Parece que lo conocieras de primera mano. Excelente narración! Un placer siempre pasar por esta casa.
ResponderEliminarEs impresionante Ximens. Pone la carne de gallina, aunque es buenísimo. Felicidades y suerte.
ResponderEliminarBesicos muchos.
muy bueno señor Ximens. Me ha encantado leerlo.
ResponderEliminarAbrazos