martes, 22 de agosto de 2017

Errantes

(Otto Dix)


            Con el fusil al hombro y vestido de derrota llegó a la aldea una noche de ventisca, niebla y confusión. En la primera casa pidió cobijo, le abrió una mujer desgreñada —con la tez morena curtida por el fuego del hogar— que le preparó una sopa y una cama caliente. Muchas vigilias de soledades desde que su marido partió a la guerra, la atracción de los cuerpos jóvenes, el ventarrón, el miedo y el deseo se apoderaron de ellos y yacieron unidos. En la amanecida, el joven soldado abandonó la morada y prosiguió el viaje por el sendero que asciende a la sierra. Cuando se le echa la oscuridad y la niebla blanquea el contorno llega a un pueblo en medio de la tristeza, golpea con la aldaba de hierro fundido la puerta de una casa y una mujer joven le abre la puerta, se aman con pasión y en el amanecer prosigue su camino, ese que le llevará de las tinieblas a otra noche con la misma mujer, la que había fallecido en el incendio de su hogar tras conocer la muerte de su marido en el frente.

3 comentarios:

  1. Parece que lo conocieras de primera mano. Excelente narración! Un placer siempre pasar por esta casa.

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  2. Es impresionante Ximens. Pone la carne de gallina, aunque es buenísimo. Felicidades y suerte.
    Besicos muchos.

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  3. muy bueno señor Ximens. Me ha encantado leerlo.

    Abrazos

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Debido a la cantidad de spam que estoy recibiendo tendré que no admitir los "Anónimos".