(Fotografía de Paco Jarillo)
De mi
abuelo heredé su sombra. Mi abuelo tenía el don y la gracia. El don porque en
su paladar se veía una Cruz de Caravaca. La gracia porque lloró en el vientre
de su madre. Así que no le mordían los perros rabiosos y tenía poderes. Por
ejemplo, cuando íbamos al colegio, al entrar en el andén del metro, él
levantaba la mano y el tren se detenía. Al cruzar las calles se situaba de
espaldas al semáforo, se concentraba y hacía que el rojo se apagara y se
encendiera el verde. Por las tardes, después de comer dejaba de respirar media
hora y yo aprovechaba para ver los dibujos animados. Un día que fuimos al
cementerio observé que al entrar en el panteón familiar desaparecía su sombra.
Me dijo que aquello no eran poderes, que era por el sol, pero que cuando se
fuera con la abuela me la dejaría como recuerdo. Ahora el abuelo se ha ido y he
comprendido que me tomaba el pelo con lo del metro, el semáforo y dejar de
respirar, pero me cuesta mucho explicar, a los que se dan cuenta, el motivo por
el cual tengo dos sombras.
* * *
Este microrrelato ha sido seleccionado en el concurso Esta noche te cuento para ser incluido en el libro anual. El tema de la convocatoria era los superhéroes.
¡¡¡Lindo!!! Y tierno.
ResponderEliminarUn micro que me ha gustado mucho. Causa: me ha llegado, no ha que explicarlo todo.
Un abrazo grande, Javier.
El relato genial coomo siempre . Enhorabuena . Un abrazo
ResponderEliminarGenial el relato Javier, muy emotivo. Un placer que elijieras una fotografía mia para ilustrarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias a ti por prestarme las dos sombras.
EliminarMe gusta mucho Ximens. Me gusta ponerle voz de niño a las historias.
ResponderEliminarMuy buen relato, Javier. Muy original el tratamiento del tema de los superpoderes.
ResponderEliminarCon ésto entiendo más acerca de las sombras. Las mías me siguen. Ya qué.
ResponderEliminarDando en el clavo, como siempre. Felicidades. yo apenas conocí a mi abuelo.
ResponderEliminar¡Buenísimo! Me ha encantado ese broche final que engrandece un relato sencillo, simpático. El lector queda sorprendido y atrapado. Con la boca abierta y una sonrisa.
ResponderEliminarUn relato muy tierno, Javier, tú sí que comprendes el alma de niño que habita en cada uno de nosotros, ya adultos o algo así.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
HD
Hola Javier, qué gusto pasar por aquí. Tienes el nombre de mi padre y me da mucho gusto.
ResponderEliminarTu relato es muy hermoso, lleno de gratos momentos junto a tu abue. La verdad me hiciste recordar al mío,él también tenía un librito de oraciones de la Cruz de Caravaca, hasta me contaba que espantaba demonios de almas atormentadas.
Gracias por visitar mi casita bloguera.
Te dejo un abrazo gigante desde Perú.
me gustan tus finales casi tanto como tus comienzos
ResponderEliminarLa ternura en letras, sin sofisticación pero con alma. Grande Javier.
ResponderEliminarDelicioso relato, tan tierno, con esa pizquita de humor y un final mágico.
ResponderEliminarJavier, te deseo un buen verano, nos leemos en otoño, pues estos calores espantan a las pocas musas que me acompañan.
Un beso,
Mágico, Xavier....me encanta!
ResponderEliminarHay magia en tus palabras Feliz verano muchacho
ResponderEliminarcon dos sombras no te sentiras liviano!!!
Muy hermoso, Javier. De una ternura infinita. Un abrazo.
ResponderEliminarSi me lo prestas...,le busco una voz.
Un honor estar entre vuestras voces.
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