(Fotografía de Cristina García Rodero)
Con los ahorros de toda una vida
trabajando en Ámsterdam se construyeron una casa en su aldea de los Montes de
Toledo. Cuando se jubilaron se fueron a vivir en ella y conservan una mezcla de
costumbres. Él, vigilante, se sienta a la puerta en una silla de nea y toma el
fresco. Ella, en la ventana, rememora la vida allí.
* * *
Con este texto participé en los Viernes creativos organizados por Ana Vidal en la página El Bic naranja que consiste en escribir una historia inspirado en la fotografía.
Me impacta esa imagen. Ella sigue tras los barrotes de la ventana donde ya no hay cortejo, ni ilusiones ni sueños. Sigue tras los barrotes aferrada viendo su propia vida pasar. Una vida sometida, sin decisiones ni voluntad. Acata su condena, con dignidad. Mientras, su carcelero despreocupado, toma el fresco sentado en una silla a la puerta de la casa. Le gusta ver la vida pasar. La de los demás.
ResponderEliminarHola Javier, cómo estás? Es un placer pasar por aquí. Es una hermosa fotografía, profunda y nostálgica... me ha emocionado mucho y sobretodo lo que detallas de aquella bella pareja.
ResponderEliminarUn abrazo desde Perú.
Como salmones que regresan al río donde nacieron, así somos.
ResponderEliminarLa nostalgia nos lleva a visitar nuestras raíces.
Saludos Ximens,
Regresé a Urpay, mi tierra, querido Javier. Nadie me sigue... Hasta hoy.
ResponderEliminarEs un placer leerte!
Un gran abrazo desde este lado del charco!