* * *
¡Ahí
está!, embutida en un traje corto y generoso de escote. Y él con la mirada en
su culo.
Mi
Manolo me quería. Cuando fallecí, sacó mi fotografía y la puso sobre el
televisor. Desde aquí veo la mesa, el sillón y, encima, el Sagrado Corazón en
su vitrina. He sufrido al verlo padecer con el Betis y cenar sardinas en lata.
Una
noche bajó la vecina que tendía la ropa chorreando. Se desabrochó tres botones
de la blusa y al poco apareció él con el salero.
Sólo
habían pasado siete años cuando Manolo empezó a salir los domingos. No se lo
reprocho, yo me encuentro más ajada y él tan fresco, pero esta mañana me
extrañó que limpiara por primera vez el polvo, sacase la imagen de la vitrina,
la colocara mirando hacia la pared (cuando sabe que así se puede vencer), y que
pusiera la mantelería de Lagartera.
Ahí
están, comiéndose un pollo frito. No paran de reír, pero... ¡Será golfa!, pues
no va y se tumba despatarrada en el sillón, ¡cacho pendón! y... ¡Ah!, ¿pero qué
haces Manolo?, ¿adónde me llevas? ¡No!, ¡otra vez al cajón de la cubertería,
no!
¡Sagrado
Corazón de Jesús, en vos confío!
***
Con este
microrrelato he participado en la propuesta del mes de febrero (con el tema «El
retrato») del blog Estanoche te cuento. Su objetivo era "encontrar inspiración en El retrato de Dorian Gray de Oscar
Wilde, para darle vida a esos personajes especiales que aparecen... enmarcados".
HAY QU ELEERLO PARA SENTIRLO. Yo ya lo leí y comenté allí. Muy bien completado por las fotos de aquí. Saludos.
ResponderEliminarHacia allí me voy, entonces.
ResponderEliminarUn abrazo.
De allí vuelvo, solo para pegar el comentario que he dejado:
ResponderEliminarNo sé cuan bien escrito quedará este comentario porque aún tengo lágrimas en los ojos de tanto reír.
Destaco, como Pablo, ese "se puede vencer", que pega tanto al relato al habla real. Magnífica construcción de los tres personajes, caballero.
Aplaudo mucho este micro con perfume claramente "arizano".
Un abrazo.
Me voy para allá.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Lo leí allí y ya te dije...vuelvo a reír aquí, tan solo viendo al santo vuelto de espaldas.
ResponderEliminarSaludos
Anna Jorba Ricart
Que misterioso estás Ximens, je je. Vamos de excursión pues, ahí nos vemos, hasta ahora.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bueno, Ximens. Es que se ven claramente cómo es el prota, al vecina y cómo fue ella en vida. Me parece muy divertido, sobre todo, porque está muy bien escrito.
ResponderEliminarUn abrazo, compañero.
Qué humor Ximens, y qué bien retratas a los personajes. Me parece divertidísimo y muy bien estructurada la escena.
ResponderEliminarAllí estuve, en ENTC, dejando mis palabras.
Un beso.
Voy para allá... y te cuento qué impresión me cuasa.
ResponderEliminar;)
Ximens, retratas como nadie esa España profunda de Quevedo y del Lazarillo,
ResponderEliminarque sigue impertérrita en los tiempos actuales, sin cambios profundos. Y todo ello aderezado con un sentido del humor muy de agradecer. Un abrazo.
Buen relato, Ximens.
ResponderEliminarY agradecerte tu presencia.
Sonrío.
Eres maestro entre los maestros.
ResponderEliminarUn saludo
De allí vengo. Te dejo allí mi comentario y aquí otro abrazo.
ResponderEliminarMe encantó, Ximens, has resuelto la propuesta con muy buen humor y creatividad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
HD
Creo que ya lo había dicho en ENTC, muy bueno, me ha encantado.
ResponderEliminarMuchos besos
Al menos, la vecina se encargará de lavar el mantel de Lagartera mientras él da la vuelta a la imagen y rescata la foto del cajón, digo yo. Abrazo
ResponderEliminarTienes un toque genial, Ximens. Difícil conjugar profundidas con humor y tú lo consigues con naturalidad.
ResponderEliminarUn abrazo bien gordo.