Algunas mañanas al levantarme no me reconozco. Empiezo a vestirme con la ropa de mi mujer sin darme cuenta hasta que llego al baño y descubro que no sé pintarme. Cuando se levanta ella pueden ocurrir dos cosas, que me diga «¡qué payaso!» o que se presente con mis pantalones puestos y el pecho al aire. En el primer caso, procedo rápidamente a ponerme mis ropas, ella las suyas, y pasamos un día normal. En la segunda posibilidad vivimos una jornada impostada.
En las oficinas apenas notan la diferencia, salvo porque ella no se ha afeitado y yo voy sin maquillaje.
* * *
Esta es mi contribución al Vendaval 2012. Si queréis leer los micros presentados a este evento pinchad aquí.
Me apunto a esos seres sin éxito!!!
ResponderEliminarUn abrazo!!
Una forma placentera de vivir, aceptar la intercambiabilidad. Aunque eso sí, pacífica y armoniosa, con quien uno quiera.
ResponderEliminarAbrazos
Los seres grises, ¿nacen o se hacen? Cuando la gente no te ve ¿de quién es la "culpa"?
ResponderEliminarUn relato triste, aunque lo maquilles o lo afeites excepcinalmente.
Un beso para un buen soplador.
Me gusta mucho, Ximens. Quizás persiguen otro tipo de éxito...
ResponderEliminarYa te comenté allí...
ResponderEliminarLo que me llama la atención de tu publicación es esa acuarela de Álvaro Peña, él es mi amigo, además de murciano, buen pintor y buena persona...¿Lo conoces?
Besicos,amigo.
Aunque escrito con humor, creo que esconde una realidad tristemente gris. Quisiéramos conservar la ilusión de ser irrepetibles pero...
ResponderEliminarHay mucha resignación en ese intercambio, que no parece suficiente para paliar el hastío y la rutina.
ResponderEliminarMe gustó mucho este micro, Ximens.
Un abrazo.
Me gusta cómo de la extrañeza surge lo rutinario en tu micro. Y esa aceptación de la impostura, resignada, indolente. Duele reconocer que no somos más que sombras de nosotros mismos o de quien tenemos al lado. al fin y al cabo en las sombras nos igualamos todos.
ResponderEliminarPD: A ver dónde me llevas a Fernando mañana de cervezas. Cuidamelo. Jajaja. Pasadlo bien.
Cabopá : No, no conozco a Álvaro Peña. La foto de la acuarela la tomé de Internet.
ResponderEliminarAprovecho para agradecer a todos vuestros comentarios y espero pasar por vuestros blog cuánto antes.
Buenas noches.
ResponderEliminarNo se puede contar más con menos acerca de las relaciones de pareja. Aunque sea ta anodino a mi no me ha causado mal rollo el micro, todo lo contrario.
Por cierto, olvidé completamente el vendaval de relatos y ya veo varios por ahí y con buen nivel como el tuyo y el de Ely. Enhorabuena.
Muy bueno. Qué pena dejar pasar la vida así, sin vivirla apenas,sin dejar huella ni en tu pareja. Aunque deja un regusto triste, tiene un punto gracioso que me gusta mucho.
ResponderEliminarXimens, debo decir que te sienta bien el surrealismo que destila este micro, eso de los papeles cambiados y que no se den cuenta cuesta creerlo, pero tú consigues con tus letras que sea creíble.
ResponderEliminarUn buen soplo el tuyo.
Un abrazo fuerte.
Quizás me apetece más quedarme con esa segunda posibilidad, con la impostada.
ResponderEliminarY digo yo ¿tienen la culpa los muchos años de convivencia de que estos seres ya no sepan donde acaba uno y empieza el otro?
un micro extraño, bello, y hay mucha más realidad y sensatez de lo que parece.
un abrazo.
Un final esplándido Ximens. Logras dar el clima ideal en este micro. No hay trucos, sino realidades que te hacen sonreír sorprendido una vez más al final.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gises y anodinos. No todos estamos exentos, al igual que los personajes de tu micro.
ResponderEliminarJusto hoy subí uno que, con otra historia, habla de lo mismo.
El tuyo es excelente.
Gracias, Ximens.
¡Saludos!
Pues está bien eso de intercambiarse la ropa, el trabajo y vivir una jornada impostada.
ResponderEliminarOrignal micro.
Un saludo
Ximens, en este micro reflejas como con más frecuencia somos podemos pasar inadvertidos, siendo un número, un pálido reflejo de otro en esta sociedad acelerada dónde ya nadie se para a mirar a nadie, a escuchar, a preguntarse qué le está pasando.
ResponderEliminarEn pocas palabras, con mucha intensidad e imágenes claras dejas constancia de ello.
Felicitaciones por hacerlo cada vez mejor.
Abrazos al por mayor
Muy bien reflejado el color gris, ese que casi no tiene reflejo.
ResponderEliminarAbrazos Ximens
Me gusta la flexibilidad de tus personajes. Camaleónico.
ResponderEliminarUn beso
Lo que más me extraña es el que en la oficina no se den cuenta del cambio, ¿se han mimetizado tanto que casi no se les diferencia? ¿o es que allí a todos los pasa algo parecido y se da por normal? Me gusta este micro que encierra, creo, una problemática importante de falta de identidad.
ResponderEliminarUn abrazo,
La igualdad conseguida a través de una indumentaria. A merced de un comentario que nos permita mantener la intercambiabilidad propia de las cosas iguales o semejantes. Tu relato me da dos vertientes igual de interesantes, la de ser poco excepcional y pasar inadvertido. El caso de aquellos que forman parte de una masa difuminada que muestra el conjunto de cosas sin importar su procedencia. Solo el conjunto. Y por otro la posibilidad de mostrar que no somos tan diferentes y que eso nos lleve a otra igualdad pero no de una masa difuminada, sino de un conjunto de elementos igual de válidos aún siendo en esencia distintos y por ello mismo, capaz de constituir el conjunto. Se me ocurren muchas variantes de escena para tu relato y en algunas, se destilan nuevas interpretaciones y significados. Muy bien relatado y una temática muy interesante. Ese cuerpo social que puede apreciarse entre tus líneas, o esa triste sensación de no ser especial, está muy conseguida. Muy bien, si.
ResponderEliminarUn abrazo desde la tierra de tus ancestros.
Muy acertado el título, Ximens.
ResponderEliminarEl color gris es el más anodino. Y tus personajes son tan grises que pasan desapercibidos a los ojos de los demás.
Un abrazo.
Estamos inmersos en una vida anodina, encuentros como este parece que nos sacan de ella. Me alegro que hayas utilizado mi obra para este magnifico texto, pero no es acuarela, es acrílico sobre lienzo. Un abrazo
ResponderEliminarTriste y certero, Ximens. Vidas encauzadas sin apenas un escape a la fantasía más allá de algún disfraz que la inmensa mayoría ni nota, porque no se ve lo que no se mira conscientemente.
ResponderEliminarMe seduce ese intercambio de papeles en la pareja. Es una veta que abre muchísimos nuevos significados.
Muy bueno, Ximens, y con la torre de la catedral de Murcia de fondo, qué cosas.
Abrazos.
Lo leo y lo releo y termino concluyendo que ni son tan grises ni tan anodinos. Muy al contrario, este intercambio de roles me resulta atractivo, original y divertido.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Ximens y hasta la próxima entrada
Ahora que te he puesto cara, no te imagino con la ropa de la señora Ximens, ni viceversa, jajajaja. ¡Qué bueno!
ResponderEliminarAunque también encierra una realidad triste que abunda en las ciudades grandes y es que nadie "nos echa cuentas".
Bueno, prefiero tomarlo por el lado simpático y sonreír.
Besos, majísimo.
Se puede leer de dos maneras: la simbiosis de la pareja es tal que el intercambio de vestimenta ya ni lo notan.
ResponderEliminarY por otro lado una velada critica a esa deshumanización de las grandes urbes donde vivimos tan inmersos en nuestras cotidianas preocupaciones y nos olvidamos de mirar alrededor, a los demás. Todos merecemos que se nos tenga en cuenta, no somos grises ni anodinos, aunque pretenden que creamos eso.
Supongo que hay alguna otra lectura, seguro, tiene este micro más miga de lo que aparentemente parece. Tan sencillo, tan limpio en lo que cuentan pero ¡cuánto encierra!
Besitos
En realidad duerme solo. Y lo lleva bastante mal. Freud diría que con tal de dormir con alguien, hombre o mujer, haría lo que fuera. Lo de payaso no se lo dicen nunca. Probablemente tuvo una madre abosorbente y manipuladora. Y un padre ausente y pendenciero.
ResponderEliminarJoder Ximens, lo que dan de sí tus micros. Ya casi tengo una novela.
Un abrazo.
Ximens...tienes una imaginación poderosa que debieras prodigar con más frecuencia. Original micro para un intercambio de personalidades muy discretas, a las que parece que la vida las tiñe de oscuridad por lo anodino de sus vidas, o por la ceguera de quienes les rodean.
ResponderEliminarBuen soplo!!,
un beso.
Creía habértelo comentado y así fue, pero en pleno Vendaval. Y creo que te dije que veía cosas en común con el mío, El Extraño. Creo que nacen de sentimientos parecidos, y hablan del mismo precipicio.
ResponderEliminarUn abrazo, Ximens.
Muy original...!!
ResponderEliminarAunque creo que en la segunda opción, si ella aparece con los pantalones de él y el pecho al aire, no creo que lleguen al trabajo... o al menos llegarán algo tarde... jaja ;)
Tal vez sea el truco ideal para pasar desapercibidos. Puede que hasta Hacienda no nos reconozca.
ResponderEliminarBesos, Ximens
Genial, Ximens. En este micro está (con permiso de los teóricos) una de las bases esenciales del microrrelato. La definiré con este título "una de esas historias en las que no pasa nada pero que contiene lo cotidiano de un modo tan esencial que es imposible eludirlo". La tesis, otro día.
ResponderEliminarAbrazo admirado,
PABLO GONZ
Hay parejas así, y lo mejor que pueden hacer es eso: intercambiarse cuando les plazca y como les apetezca :)
ResponderEliminarGracias por la sonrisa que me has dibujado, Ximens.
Un abrazo bien grande...
¡Fantástico, Ximens!
ResponderEliminarUn micro que se envuelve -y se completa- con un título acertadísimo y que es una imagen fiel de la despersonalización que sufrimos como individuos.
Me alegro de haber llegado, aunque tarde.
Un abrazo,
Hola Ximen: Menos mal que yo no tengo ese problema con mi compañera. Ella pesa 60 kg y yo 110... No había venido por aquí, así que quiero saludarte y felicitarte por tantas cosa hermosas que tienes colgadas. Cuántas caras conocidas. Un saludo.
ResponderEliminarAlgunas mañanas yo tampoco me reconozco. Y como nadie tiene oportunidad de decirme "Qué payasa!" ando suelta por ahí siendo una perfecta impostora. :)
ResponderEliminarMe encantó, Ximens. Genial
Un abrazo!
Como te conté ya, Ximens, este relato lo leí el día que lo colgaste, el mes pasado. Varias veces lo leí y siempre tenía una interpretación nueva. Incluso no veía tan grises ni tan desapercibidos a esos dos seres que son los protagonistas. Para mí ese es el mérito de este breve relato que tanto da para comentar.
ResponderEliminarNo lo he releído tantas veces por amable o buena, sino porque aprendo algo que le falta a mis narraciones: vos sugerís y eso resulta interesante. Si te ponés a leer uno por uno los comentarios, podrás darte cuenta de que son muy disímiles unos de otros. Se me ocurre que eso tiene que ver con el detalle que te he marcado.
Los protagonistas pueden pasar inadvertidos en la oficina, o casi, como se afirma en el texto: "apenas notan la diferencia" es apenas pero la notan, cada palabra cuenta. Para mí eso sucede porque son bien diferentes, pero el trato los ha hecho asemejarse y eso es lindo.
Bue, tengo otros puntos de vista más pero creo son dificiles de explicar, ya me enrrollé demasiado.
Enhorabuena Ximens. La verdad es que es un micro digno de ser comentado, pues desde una originalidad conocida (que no sé de que ni de donde pero me resulta familiar), narra con naturalidad la más surrealista de las visiones.
ResponderEliminarUna perta y felicidades por hacer caso a tu musa.
La rutina de la vida diaria, la apatia... cuantas cosas pueden deducirse de este micro.
ResponderEliminarUna sonrisa al final con una reflexión abierta e intensa al lector inquieto.
Un abrazo
Miguel
La rutina de la vida diaria, la apatia... cuantas cosas pueden deducirse de este micro.
ResponderEliminarUna sonrisa al final con una reflexión abierta e intensa al lector inquieto.
Un abrazo
Miguel