

L.P. dijo...
¡Ay, chiquillo! Qué buenos recuerdos me traes. La hora de la siesta. La infancia, la inocencia. Si es que con ese inicio creas un escenario tan visual: "En el cuarto de la siesta los niños juegan con el único rayo de sol que la persiana deja pasar." ¡Qué hermoso!

Javier, a mí también me has traído recuerdos de mis padres acostados y mi hermano y yo hablando bajito sobre las trastadas que haríamos esa tarde. Mira si estoy influenciada por mi becaria asesina, que cuando dices "Los dedos de las manos translucen el rojo de la sangre", por eso de que si aparece sangre hay muertos, pensé que el micro iba a ser de terror.
Anónimo dijo...
Verás tío, andaba yo buscando cosas de sexo y eso, y al poner "polvos" pues que va y me sale tu rollito este. Puestos ya, lo he leído y efectivamente, la frase "Las motas de polvo revolotean" la ha tenido que pillar el motor de Google. Desde Córdoba con calentura.

Una que yo me sé dijo...
Me alegro Javier de que hayas dejado a un lado a Benicia y Justino, abuelotes que creo tienen mucho que decir, y te veamos con relatos donde aparecen niños. A mí, tus protagonistas Paloma y Jorge me han recordado a Valentina y José en la película Crónica del alba, de Antonio José Betancor, basada en novela de Ramón J. Sender. Me ha parecido muy tierno.

Mónica dijo...
Sabés, me sorprendiste con el giro del agua en los desagües allá en nuestro paseo por el Buen Retiro, y ahora me gusta mucho que sea Paloma —qué nombre tan espiritual—, la niña, con el rayo en la palma de la mano la que diga que la luz del sol tarda ocho minutos en llegar a la Tierra. Eso es bueno, pues eliminas el tinte machista de la ciencia para los hombres. Muchos besos para Saly.
Pedro Sánchez Negreira dijo...
Querer comentar sin poder leer es como querer __________ sin poder comer.
Zaraceno dijo...
Pues a mi la iniciativa del niño de poner la mano por debajo de la de ella y preguntarle a la niña el motivo por el cual el rayo hace ese viaje creo que es el giro perfecto del relato, a partir de ahí los protagonistas sufren el cambio.

Pedro dijo...
Me ha gustado la dulzura de los niños. La frase de cierre en el que las motas de polvo flotan alocadas mientras los niños se besan me ha hecho pensar en mis gigantes, celosos, soplando un diente de león.

Baldurph dijo...
Papá, esta noche no me esperes levantado. ¿Cuándo me vas a subir la paga?

Ximens dijo...
Aunque nunca os contesto por escrito a vuestros comentarios, todos sabéis que os lo agradezco de corazón, y más en este caso que sin ellos no se comprendería el relato. Saber que me leéis me motiva a seguir escribiendo. Muchas gracias.