viernes, 26 de noviembre de 2010

Ciervos




Anoche nos perdimos en los Montes de Toledo, camino de un tanatorio. De pronto, tres cervatillos, asustados, saltaron a la carretera, huyendo de las luces y del ruido del coche. Sendas alambradas les impedían internase entre las retamas. Apagué las luces y el motor. La luna nos iluminaba. Dejaron de huir. Bajé el cristal de la ventanilla.
— ¿Por favor, para ir a Robledo? —pregunté ante el asombro de mi mujer.
— Sigue todo recto y en el primer cruce gira a la derecha —me contestó el que parecía más decidido.
— Lamento no poder acompañarles en el sentimiento —me dijo el que estaba más apartado.
— Lo comprendo perfectamente, gracias —le contesté.
Arranqué el motor y lentamente continuamos el camino. Sara me preguntó que desde cuándo entendía el lenguaje de los ciervos.
— Desde aquel día que me invitaron a una cacería y rehusé.
— ¿Y por qué ha dicho el mayor que no podía darnos el pésame?
— Tu tío era cazador..., pero, y tú, ¿desde cuándo les entiendes?

3 comentarios:

  1. Así me gusta, Javier que escribas y compartas estas historias fantásticas que sólo pueden ocurrir en los montes de Toledo.

    B7s
    L;)

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  2. Casí te me escapas, pasaba de vez en cuando por ver si había una novedad, me ha sorprendido esta nueva faceta tuya de confraternizar con los ciervos.
    La estoy imaginando, seguro que fue así.

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  3. Ximens.
    Me ayudarias mucho con algunos pacientes, si me dijeras ¿como hablar con los ciervos? con suerte las vacas y los caballos tengan un idioma parecido.
    Que bueno que compartas tus relatos en un Blog.
    Saludos.

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Debido a la cantidad de spam que estoy recibiendo tendré que no admitir los "Anónimos".