El
palo de roble tallado que tenía Doña Mariana para rascarse la espalda terminaba
en una pequeña mano cóncava. La artrosis le impedía hacerlo sin esa ayuda. Los
picores comenzaron hace cinco años, justo la misma tarde en la que su hija
abandonó el pueblo con una maleta de madera y una vergüenza.
Cuando
Don Sebastián se murió fue enterrado con su honor y Mercedes trajo a Pablito. Doña
Mariana ya no siente picazón, sin embargo le gusta llamar al nieto para que le
friccione la espalda, quiere sentir esa mano tierna acariciando la piel
mientras sonríe a su hija.
* * *
Este relato ha quedado finalista semanal (21/03/2015) en el concurso Wonderland de RNE.
Muy bien señor Ximens. Me gusta este cuento con mucha intención
ResponderEliminarUnos abrazos
disfruto cuando te leo
ResponderEliminar:)
Ya sabemos que las psicosomatías están a la orden del día pero el análisis de las mismas en tan poco espacio nunca lo había visto. Gracias, Javier por tu micro y Enhorabuena por quedar finalista en este concurso radiofónico.
ResponderEliminarUn saludo, amigo.
Muy bueno el micro Ximens, me gustó mucho, enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo
¡Enhorabuena, amigo! Un buen micro donde hay mucha historia que rascar.
ResponderEliminarBesitos
Muy tierno final, Ximens.
ResponderEliminarNada sustituye la presencia del ser humano.
ResponderEliminarSaludos Ximens.
Un micro con mucha lectura entre lineas, con mucho fondo.
ResponderEliminarEnhorabuena maestro!
Enhorabuena Ximens!.
ResponderEliminarEn una época no tan lejana los protagonistas del relato podrían ser muchos.
Dicen que la vida pone las cosas en su lugar antes o después...
Feliz día!.
Un abrazo.
Estupendo micro. Me encanta compartir podio con maestro. A veces me hace sentir alguien.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier
Estupendo micro. Me encanta compartir podio con maestro. A veces me hace sentir alguien.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier
Por cierto, en Wonderland, y en Cuentos para el Andén. Justamente debajo, que ya es llegar muy alto.
ResponderEliminarOtro abrazo, maestro.
Fenomenal Javier, abrazo.
ResponderEliminarMuy bueno, Ximens. Un abrazo
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