miércoles, 14 de marzo de 2018

El cielo de las letras

(El cúmulo de galaxias SDSS J1038 más 4849 -NASA-ESA)


          Sé que tus restos se hacen simiente en el cementerio de tu pueblo, aquella aldea castellana que tanto amaste y glosaste en tus versos. Dicen que realmente se muere cuando te olvidan, luego aún no estás muerto, papá, pues me acuerdo mucho de ti. Apenas conociste Internet, pero para que lo entiendas: es un lugar virtual como tu cielo. Si en este vivirás eternamente al lado de tu Dios, en aquel perdurará siempre lo que se escriba. Es como una pizarra imborrable, un cielo de las letras. Por eso, para que no mueras nunca, transcribo en él una de tus poesías que podrás leerle a mamá, que seguro que está a tu lado, diciéndote lo que debes y no debes hacer.
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(Van Gogh -Noche estrellada)

Trillador,
que en el día
aguantas en la era
el calor
trillando los haces
de la cosecha
y a la noche
te marchas a los prados
a dormir con las yeguas,
acuérdate
traerme
cuando vuelvas
—pues son tus amigas—
la más brillante
de las estrellas.
(Florentino Jiménez Gómez. Maestro Escuela. 14-03-1916; 08-09-1999)

martes, 13 de marzo de 2018

Pro domo sua

(Fotografía de Tom Waterhouse)


          En ocasiones, los sueños que anhelamos para con nuestros hijos se retuercen en escorzos del tiempo y te pasas el resto de tu vida mirando hacia atrás, pensando en esa sombra que arrastraremos siempre, preguntándote qué hicimos mal. Todo comenzó por culpa de nuestra melomanía, cuando llevamos a nuestra hija de diez años a clases de música. La profesora de violín nos dijo que todo virtuosismo no desarrollado antes de los quince años no se alcanzaría nunca, y que en Moscú estaban los mejores profesores. Ocho años de sacrificio, alternando vacaciones, unas veces su madre y otras yo, para estar más tiempo allí con ella. Nos hemos perdido su crecimiento, su día a día, todo por ella. Hemos sacrificado la vida y los ahorros para labrarle el futuro de Euterpe que quisimos para ella. Y ahora, nos vemos abandonados en una platea vacía, escuchando una composición sin armonía. Cuando nos visita, nuestros silencios de redonda se suceden en el pentagrama de nuestras vidas. Ella, sin embargo, dice que es feliz, no se acuerda del violín, nos habla de sus animales, de la vida en la reserva sudafricana de Madikwe, y de que cuando termine Biológicas se irá allí a vivir. 

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