miércoles, 30 de julio de 2014

La prospección del Oeste

American Progress 1872, de John Gant.


            Desde lo alto de la colina, una chistera contempla el duelo que se desarrolla en la llanura. Una pluma avanza para batallar contra un sombrero. Ambos galopan en sentidos contrarios. Una flecha, en el carcaj, y un arco defienden a la pluma; una bala, en el rifle, arma al sombrero. La chistera enciende un cigarro puro. Unos mocasines golpean unos ijares, unas botas con espuelas de estrella, los otros. La pluma tensa el arco; el sombrero apunta con el rifle. La chistera se limpia el sudor. La flecha y la bala rajan el aire, se cruzan, se ignoran. El plomo desgarra la carne rojiza; la madera penetra en la guerrera azul. La pluma y el sombrero caen sobre la arena del desierto. Mana la sangre. Brota el petróleo. La chistera sonríe.

* * *
Con este microrrelato participo en la convocatoria organizada por David Moreno (No Comments) cuyo premio es un ejemplar de su libro de microrrelatos «microSeñales de Humo» 
Si queréis leer mi micro en el blog del organizador, pinchad AQUÍ 
Si queréis leer los otros micros que sobre "nativos americanos" se han presentado, descargaros el PDF, pinchando AQUÍ


miércoles, 9 de julio de 2014

Anamnesis

(Posada de la Sangre - Toledo 1930)

            A mi abuelo lo habían matado en la guerra. Mi padre, que entonces tenía nueve años, nunca me habló de ello. Siempre que pasábamos por las ruinas del Parador de San Prudencio me hacía detener el coche. Con la cabeza gacha apoyaba la mano en el muro. Luego, con lágrimas en los ojos, miraba el valle del Tiétar.

            La otra noche regresábamos de Talavera en la furgoneta, al tomar la curva que enfila la posada me deslumbraron unos focos y fuimos a estrellarnos al portalón. Aturdidos nos bajamos, metimos el carro en el patio y desenganchamos las mulas. No advertí nada extraordinario. El posadero le llamó «¡Benito!», como a mi abuelo, y a mí «zagal», y me dijo que diera de beber a las caballerías. Me dejaron solo. Al poco, llegó un camión lleno de hombres armados. Lo vi todo, a culatazos sacaron a mi padre, a otros arrieros, al ventero y a su mujer. Les dispararon en la cabeza. ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!

            Al rato sentí que me hablaban, oí entre sueños la sirena de una ambulancia. Cuando me recuperé estaba aquí, en el hospital. Más tarde me dijeron lo del accidente y que él había muerto. ¿Entiende?
* * *
(Parador de San Prudencio N-502)

Con este microrrelato participo en la propuesta del mes de abril («...en un hotel de carretera) del concurso «Esta noche te cuento». 
           
Pinchad AQUÍ si queréis leer el relato y los comentarios recibidos en el blog de los organizadores.