Fotografía de Christian Pereira Rogel
En el crepúsculo, después de asistir
como oyente en la fábrica de togas, me gusta observar la ciudad desde este
puente que me hace de balanza. La maternal calle
que durante el día acoge en su seno a los desahuciados, niños abandonados y
ancianos desvalidos, se llena con los arrieros de la noche que buscan a los
consumidores de placeres entre relejes de neón. Es la hora del cortejo de las
luciérnagas. El hombre inventó la luz artificial para recuperar el color de los
sentidos. Es en estos momentos cuando dudo de que la
nocturnidad sea o no un agravante.
* * *
Con este microrrelato he participado en el concurso Calendario Microcuentista 2016, que llevará esa fotografía para el mes de febrero. Pinchad AQUÍ si queréis leer ganador y finalistas.
Hola, Ximens.
ResponderEliminarFiguras hermosas las que creas en este micro. Ese puente que es balanza, una calle maternal, los relejes de neón... (puntos suspensivos o etcétera).
La nocturnidad, en este caso, es un eximente. Yo la veo así.
Un abrazo gigante.
Que sería de las luciernagas si no hubiera noche. Muy bueno.
ResponderEliminarGenial dualidad expuesta ante la atenta presencia de los inmuebles que observan cómo les cambian el decorado.
ResponderEliminarUn saludo
Demasiado excelso tu léxico para mi entendimiento maestro. Un gran abrazo y continuo aprendiendo de ti.
ResponderEliminarMuy bueno.
Hola Javier.
ResponderEliminarAunque la principio me desolocó esa "fábrica de togas" el juego de la luz y el color y esa voz del personaje con sus metáforas (las luciérnagas, qué bueno) me han enganchado. Muy bueno el quiebro final. Creo que sale de la foto y funciona fuera de ella. Un abrazo.
Qué buen homenaje a la noche, con sus arrieros, relejes (me encanta esa palabra) de neón y cortejo de luciérnagas.
ResponderEliminarSaludos, Ximens
Hermoso relato, Ximens. Pleno de imágenes y sensaciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Potente este micro que golpea los sentidos y dice todo como quien no dice nada, es afiliado y tenaz querido Ximens.
ResponderEliminarabrazos enormes
Muy interesante relato; la fuerza y misterio que la nocturnidad aporta a la ciudad y cómo una misma calle se transforma con las luces reflejadas y sus diferentes transeúntes que indirectamente, como buen escritor que eres, aludes a las miserias humanas que se cobijan en la noche.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo.
Me ha gustado la simple historia y la infrahistoria mucho menos simple. Espero que tengas suerte en el concurso, Javier.
ResponderEliminarLa nocturnidad sin luces es una agravante sin duda.
Un saludo.
Lacónico, genial giro de tuerca, Ximens.
ResponderEliminarSaludos.
Sete.
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