Todas
las viviendas deberían tener una morgue. Igual que disponen de cuarto de baño
en el que asearse, cocina donde transformar los productos en alimentos, comedor
para reunirse y dormitorios en los cuales descansar, tendrían que tener
habilitada una estancia en la que depositar todas las desavenencias
profesionales, familiares y personales, todos aquellos monstruos que nos
amargan la vida. Al regresar del trabajo entrar directo en ella y dejar allí
las voces del jefe, los insultos a los empleados, el cabreo con los políticos,
el aliento alcohólico, las infidelidades. Al salir de casa arrinconar los
sofocos con las facturas y las calificaciones de los hijos, los desamores, las
mentiras, las declaraciones de la renta. Un aposento que nos haría la vida más
feliz. Se lo propuse a mi familia, en plan experimental coloqué una urna en el
vestíbulo y al entrar o salir tirábamos los problemas, los disgustos, las
discusiones. Por la noche, cuando bajaba la basura, también la vaciaba. Entre
los restos aparecían la botella, el mal humor, los gritos, mis arañazos. Una
noche fueron mi marido y mis hijos los encargados de esta labor, me sorprendió
verme dentro de la urna y que no la retornaran a casa.
* * *
Con este microrrelato he participado en el concurso Esta noche te cuento en el que en homenaje al centenario de La metamorfosis había que incluir cualquier tipo de monstruos.
AQUÍ podéis leer a los ganadores y finalistas.
Ximens es un relato muy bueno, ya te comenté en su día en ENTC la originalidad del texto.
ResponderEliminarCreo que es una buena solución la que planteas para eliminar las malas cosas del día a día, lo malo es que nos pase como le sucedió a tu protagonista.
Un saludo
Puri
De terror, vaya! Para propiciar las buenas relaciones entre familiares...
ResponderEliminarEs original la idea.
Abrazos
Siempre me han fascinado los relatos con sabor de Kafka.
ResponderEliminarAcabo de leer el suyo, el cual me agrada.
Saludos
muy buen final, abrazo
ResponderEliminarYa me gustó en su momento y así lo comenté en ENTC. Ahora lo reitero. Un abrazo veraniego, Javier, que no monstruoso.
ResponderEliminarEstupendo este relato Ximens, habilitar un lugar donde dejar a los monstruos... Y mira por donde ella termina ahí... Uf.
ResponderEliminarMe ha encantado la idea, Javier. Me ha gustado tanto cuando he empezado a leer que hasta olvidé que estaba leyendo un micro y de repente, zás, se terminó. La verdad es que estaba tan concentrado que he pensado ¿por qué se termina ahora?
ResponderEliminarVamos que el micro me ha gustado mucho pero la idea muchísimo más.
Un saludo.
PD. No sé si ganaste o no, ni si te mencionaron, pero a mí solo me interesan los micros que escribas tú.
Al margen de tu genialidad, la verdad es que ese cuarto del desahogo tendría que estar en cada vivienda, como cuentas, pero me temo sería la habitación mas grande.
ResponderEliminarAl margen de tu genialidad, la verdad es que ese cuarto del desahogo tendría que estar en cada vivienda, como cuentas, pero me temo sería la habitación mas grande.
ResponderEliminarAl margen de tu genialidad, la verdad es que ese cuarto del desahogo tendría que estar en cada vivienda, como cuentas, pero me temo sería la habitación mas grande.
ResponderEliminarEnorme relato Javier. Igual a la familia le gustaba más tener sus desavenencias y penas a la mano. Triste final.
ResponderEliminarAbrazos
Me encantó tu relato.
ResponderEliminarBesos.
Me encantó tu relato.
ResponderEliminarBesos.
Me encantó este relato tuyo amigo Javier. Y he regresado para releerlo porque ya lo hice allá por el mes veraniego desde mi movil desvencijado.
ResponderEliminarEntonces no te lo dije porque las wifis mundiales no me dejaban hacerlo, pero hoy regreso para decirte: que yo también he colocado una urna de "despojos caseros" y ahora, ahora sí, que sí, que somos un poco más felices. GRACIAS. :)
Este relato no lo llegué a leer en su día, pero me alegro de hacerlo ahora. Es una idea genial y está muy bien escrito. No me gustaría verme en la situación de la señora en cuestión.
ResponderEliminarUn abrazo bien grande