La
tripa se me ha hinchado, al principio lo achaqué a las cervecitas que me tomaba
en las largas jornadas sin trabajar. Se acabó el dinero, ya no bebo, pero la
barriga se sigue inflando. Debe de ser contagioso pues a mis hijos les ocurre
lo mismo. María, sin embargo, ha perdido muchos kilos, durante unos meses ha
vuelto a estar joven, pero no se ha mantenido, ya apenas tiene pechos y se le
notan las costillas.
Vuelven
los tiempos de mesas camillas, braseros, cabrillas en las piernas, sabañones en
las orejas, bufandas en casa, luces de diez vatios y Ustedes son formidables. Vuelven las raciones de pan con dedo, las sopas
de gallina, el cuartillo de leche y el mañana
se lo paga mi madre. Vuelven los dones, don
Tal y don Cual, la misa del
domingo, la confesión de nuestros pecados y el deme algo por caridad.
Después
de unos meses de espera nos han dado hora para el médico de la Beneficencia. Lo
que son las cosas, ni nos ha reconocido, ni diga
treinta y tres, ni tosa, ni nada
de nada. Nos ha entregado una estampita a cada uno —a mí de Escrivá de
Balaguer, a María de la Virgen del Rocío, los niños miran con ansia una del
Cordero Pascual—, y que les recemos tres veces al día, cada ocho horas, y que
si no notamos mejoría nos acerquemos a Cáritas, que allí quizás puedan hacer
algo por nosotros y que pase el siguiente.
* * *
Esta es mi aportación a la convocatoria “Primavera de microrrelatos indignados 2014” . Si quieres leer más indignados, visita el blog del organizador La colina naranja, pincha AQUÍ
Y aún así no sé si llegará la hora de las hoces Ximens, más me parece que nos quedamos en barbecho, y punto, a verlas venir, y esperar que la naturaleza obre el milagro de la fertilización.
ResponderEliminarMe has de explicar lo de el "pan con dedo", lo intuyo, pero no conocía esa expresión.
Abrazo en el alambre.
"Pan con dedo", lo que intuyes: pan sin acompañamiento. Un mendrugo: "Pedazo de pan duro o desechado, y especialmente el sobrante que se suele dar a los mendigos".
EliminarRetrato gris y triste de un presente que se parece totalmente a un pasado que creimos dejar atrás.
ResponderEliminarDuro, Ximens, muy duro.
Besitos
Y lo peor de todo incluso es la apatía generalizada, la sensación de que nada cambia...
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Hola, Ximens.
ResponderEliminarLo cierto es que falta poco por añadir a tu micro ya que haces un buen repaso a todo lo social. Me quedo con ganas de preguntar si algún día volverán las golondrinas a colocar sus nidos en nuestros balcones.
Un beso muy grande. Te echaré de menos el sábado.
Mi padre me decía cuando era pequeño que de no comer se inflaban las barrigas también; y a muchas mujeres la depresión aparece en forma de adelgazamiento. Como me ha gustado el vuelve el mañana se lo paga mi madre, la de veces que se estará usando este dicho popular que viene de antaño; se ha pasado de la propina al fiar y a visitar a Cáritas. Un abrazo, Ximens.
ResponderEliminarQué cosa eso de recurrir a los santos cuando no hay qué comer...y vaya una faena regalarle a los niños precisamente la estampita del cordero.
ResponderEliminarUn buen recorrido por los síntomas de la pobreza.
Un abrazo.
Rosy
Esa pobreza que engorda... una imagen brutal Un saludo
ResponderEliminarSiglo XXI, y será verdad que la historia siempre se repite...
ResponderEliminarTambién cabría añadir la leche en polvo de los americanos, que somos casi de la misma quinta. Buen relato Ximens, ¡como para no indignarse!.
ResponderEliminarUn abrazo.
Después dicen que lo del eterno retorno es un mito.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Ximens.
HD
Jopeee Ximens, ¡qué manera de rememorar tiempos pasados que por desgracia vuelven! Has conseguido erizarme hasta los pelos de la cabeza.
ResponderEliminarComo siempre, eres un chico excelente!! Felicidades.
Besicos muchos.
un relato realista, algo que sucede por desgracia- Vuelta atrás a los rezos, a las estampitas y a la virgenes milagrosas.
ResponderEliminarBuena aportación la tuya.
Relato duro que desenmascara la insensibilidad de la medicina actual, si no estás forrado de billetes los médicos ni te tocan. Y ni hablar de las oraciones, como producto en demanda, también han subido de precios y a muy pocos se les conceden milagros. Muy buena aportación.
ResponderEliminarSaludos.
Apatía, impotencia y depresión. Signo de los tiempos. Un abrazo, Ximens
ResponderEliminarLa guinda de este relato la pone el que todo lo arreglará Cáritas... Quizá deberían probar a decir Dios se lo pagará, en la misma línea. Y cada vez más gente en esa situación.
ResponderEliminarSiempre resulta mal negocio ser pobre. Les encargan a que Dios les resuelva sus problemas. Pero con actitud de ser quienes administran por él.
ResponderEliminarCon tanta historia detrás sigo sin entender porqué la gente cree en éstas personas que han fallado tanto a través del tiempo.
Quizás por éso rechazan eliminar la miseria para sostener la ignorancia histórica.
Esto es para romperse el traje.
Aterrador, a veces, yo también recuerdo aquellos tiempos rancios y de necesidad(afortunadamente no la pasamos) pero sí, tu micro tiene tintes de aquellas pinturas grotescas...
ResponderEliminarHace mucho tiempo que no vengo por causas ajenas a mi voluntad, pero hoy que estamos en la alambrada, llego a leerte y siempre te diré que lo haces con la intención, ironía y realidad necesaria.
Besicos, amigo porque eres mi amigo.
Perdón pero... ¿las estampitas os las han dado gratis? Me extraña de los curas, de los médicos. Me extraña.
ResponderEliminarEspectacular, me da escalofríos pensar que ésta es la cruda realidad...
ResponderEliminarRetrocedemos, está claro. Lo que tanto costó conseguir, se lo cargan estos tipos en un pispás. Y que no siga la cosa, por favor, que volvemos a la Edad Media en menos que canta un gallo.
ResponderEliminarUn abrazo, que mañana será en persona.
Es el típico relato que no deja nada por decir. Devastador.
ResponderEliminarSaludos
Contundente estampa de lo que -crucemos los dedos- podría llegar, si seguimos dando pasos de cangrejo ¿quién sabe?
ResponderEliminarUn abrazo indignado, amigo.
Demoledor, pero con todos los ingredientes que demuestran la cruda realidad que estamos empezando a vivir, todo lo que dices es algo que ya se vivió en otros tiempos y que siempre penamos que nunca volveríamos a sufrir.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho aunque me ha puesto triste. Trataré de sacarle una sonrisa a la vida aunque sea difícil. Nuestra mejor arma es la palabra y con ella podemos denunciar estas y otras injusticias.
Un abrazo esperanzador.
Puri
Se ha dicho mucho, amigo. Yo me quedo con ese título que es un canto a la insumisión!!!
ResponderEliminarPara mi tu micro no es una crónica, es una pregunta. ¿Cuanto más seremos capaces de soportar esta caída al vacío?
Se ha dicho mucho, amigo. Yo me quedo con ese título que es un canto a la insumisión!!!
ResponderEliminarPara mi tu micro no es una crónica, es una pregunta. ¿Cuanto más seremos capaces de soportar esta caída al vacío?
Muy negro el pan de este relato, muy negro el futuro. Como el pasado. ¿Qué había en medio que no me acuerdo?
ResponderEliminarUn abrazo
Me dió escalofríos al leer lo del "pan con dedo", y se me puso la carne de gallina, como la del caldo, al leer tu relato, Ximens qué afiladas se están volviendo tus palabras, como granadas que explotan dentro del alma.
ResponderEliminarabrazos
Tierno y duro a la vez, denuncia con calma, sin ataque pero está todo dicho en el relato y la imagen: "os niños miran con ansia una del Cordero Pascual—" perfecta. En ella se recoge la totalidad del cuento.
ResponderEliminarUn abrazo
Tan triste, duro y real como la vida misma.
ResponderEliminarUn beso.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTremenda forma de pintar un cuadro, de sacar una fotografía. ¿Debo decir felicitaciones? El relato es impecable. Abrazo. (Si sabremos nosotros de ésto...)
ResponderEliminarSe me ha encogido el alma al leer tu impresionante relato.
ResponderEliminarParece un relato de la posguerra más que del siglo veintiuno. Qué lástima que la realidad actual se parezca tanto a la que oímos contar a nuestros abuelos.
Perfecto en forma y directo en contenido.
Besos.
Ximens,
ResponderEliminarPonerse los zapatos del personaje y luego caminar con ellos, no es obra de equilibrio.
Encantado de leerte,
Ximens.
ResponderEliminarEl relato mantiene la fuerza y la dosis de sarcasmo que nos tienes acostumbrados. El hambre y la pobreza se ven por todos lados, sus causas, gobernantes ineptos, corruptos, y la confesiones que los guarecen. Me siento indignado!
Este es un micro que se pega al paladar del lector para darle náuseas, Ximens. Consigues hurgar en nuestras conciencias y hacer que nos preguntemos qué tendríamos que hacer y no estamos haciendo. Bajo el falso barniz del regreso al pasado, esbozas con trazo firme nuestro aterrizaje en el futuro (más inmediato de lo que nos gustaría creer).
ResponderEliminarUn abrazo.
Ufff, durísimo... Me encanta todo el trasfondo que tiene el micro, aquello que el lector no lee pero muy bien imagina a través de las letras (mérito absoluto tuyo como autor).
ResponderEliminarMe encantó, Ximens.
¡Saludos!