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La señorita de Lengua y Literatura es muy guapa, como mi madre, pero diferente. Antes de sentarse se acerca a las baldas de la biblioteca, toma un tomo gordo y lo deposita en la mesa a modo de atril. Abre el libro de un autor de la época que estudiamos y con una voz embaucadora, dulce, seductora o tenebrosa nos lee. Aunque el relato sea triste, da gusto escucharla. Cuando toca teoría, hace que la literatura me cautive, pues en vez de fechas y relación de escritores nos habla del movimiento social y político de la época, de cómo evolucionaban la temática y el estilo. No obstante, los días que trae la blusa de seda blanca tengo que hacer esfuerzos para concentrarme en lo que dice, pues los finos dedos de su mano derecha tienen la manía de jugar con el tercer botón, con lo que descubre segundos de escote. Al final nunca se le olvida dejarlo desabrochado. Otras veces trae un jersey negro de cuello cisne sin mangas, tan ajustado que le perfila los senos; es cortito de talle y permite ver su cinturón de piel tersa. Por la parte de atrás, el suéter deja ver con generosidad los hombros. Cuando explica en la pizarra, tan pronto está de frente como de espaldas mostrando los omoplatos. Si cierro los ojos y los abro rápidamente, muchas veces seguidas, llego a percibir sus pechos desnudos. Esos días no puedo concentrarme..., imagino una realidad ficticia...
Por eso, creo que de mayor seré escritor.
Musas, pestañeos, expectativas cumplidas...
ResponderEliminarFelicidades y ¡gracias!
Amores platónicos, sueños cumplidos...
ResponderEliminarMuy visual y bueno, Javier
b7s
L;)
Vaya, vaya, la señorita de Lengua y Literatura hizo un buen trabajo, sacó al escritor que llevabas dentro.
ResponderEliminar¡Qué preciosura de texto! Lo leí rápido y después despacio, es muy pero muy bello. Hace que el lector parpadee rápido, como el protagonista, y vea lo que está tapado.
ResponderEliminarBravo por la profe de Lengua y Literatura.
Me recordó a mi viejo amigo Daniel. En segundo de bachillerato sedujo a la profesora de literatura, que estaba casada.
ResponderEliminar¡Cuanto aprendimos en aquel curso!
menudo pájaro y buen escritor este ximens
ResponderEliminarMiguel Ángel
Ahora empiezo a entender por qué nunca logro escribir bien. Mi profesor de literatura era bigotudo, peludo todo él, con gafas, pajarita y bata blanca. ¿Sexi? No me gustan los hombres, pero creo saber diferenciar entre un hombre resultón y otro que no tiene por dónde cogerse. Éste era de los segundos.
ResponderEliminarEn sus clases yo no parpadeaba rápido, sino muuuuy lento, de tal modo que podían pasar varios minutos antes de abrirlos. En ese periodo sí que se me venían a la mente blusas blancas, omoplatos danzarines, escotes esquivos o menos esquivos..., pero al abrir los ojos volvía la cruda realidad. Mi profesor de literatura era feo. Es duro decirlo, pero es cierto. Mi profesor de literatura era feo, y yo no sé escribir ni aprenderé nunca, pero como veis no es culpa mía... Simples cuestiones de estética.
Pues yo tuve un tio gordo con los belfos de pachón y un genio ácido a más no poder, y la musa bien gracias. (Juankypanky)(el de la ely)
ResponderEliminarHermoso relato, eso sí es una clase de literatura como dios manda :)
ResponderEliminarUn abrazo
Pedazo profesora. A mí siempre me ha gustado la gente que lee bien en alto y si encima jugueteaba con el botón de la blusa...
ResponderEliminarMuy chulo el texto (en tu línea)
besos
Mar
Fantástico, muy visual y además nos ha llevado a casi tod@s, creo yo, a recordar a algún que otro profesor (en mi caso es profesor, claro... ).
ResponderEliminarUn beso
Isa
Octavo de la EGB, ay, qué recuerdos. Aunque no eran sólo con la profesora de lengua y literatura. Saludos.
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