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Cuando dieron las diez de la noche se echó hacia atrás en el sillón del despacho. Se quitó las gafas, con el pulgar y el índice se presionó los lagrimales. Apagó el ordenador, se puso la chaqueta, se quitó la sonrisa y se marchó a su casa, donde la mujer y sus hijos le esperaban para darle el beso de "hasta mañana".
Cruda, dolorosa y, por desgracia, cada vez más común realidad.
ResponderEliminarTanto tiempo buscando esa llave, sin darse cuenta de que la tiene en casa.
Feliz día.
Qué pena irse quitando y poniendo la sonrisa...A veces cuesta dejar que la de verdad permanezca y quitarse las obligadas.
ResponderEliminarSi eso es el éxito, no lo quiero. El coste es demasíado alto.
ResponderEliminarXimens, este es muy bueno, pega como un puñetazo en la conciencia.
Propósito de vida nueva: sonreír más a los que de verdad importan.
ResponderEliminarMucha verdad en tan pocas palabras. Excelente micro, me gustó.
ResponderEliminarSiquiera a él lo esperan no que habemos algunos...
Saludos.
¿A quién dedicamos nuestro tiempo? En sólo unos renglones das de lleno en la conciencia del lector.
ResponderEliminarEstupendo, Ximesn!!
Has hecho una foto directa y sin retoques de esa escena que se repite tantas noches en tantos lugares.
ResponderEliminar"Se puso la chaqueta, se quitó la sonrisa..." rutinas que nos despojan de lo más humano que hay en nosotr@s.
Un abrazo
El costo de hacer feliz a lo mercados es, entre otros, lo que has contado magistralmente.
ResponderEliminarYo creo que el éxito requiere esfuerzo y dedicación, quitándolo de otro lado.
ResponderEliminarMe encantan tus reflexiones en forma de micro-relatos.
Un beso.