(Fotografía de Robert Doisneau)
[Al Cowboy Carlos Romano de
la Parra Silva]
Hace
un año me robaron el Aston Martin azul. Me lo habían regalado mis padres. La
policía dijo que buscaban dinero y joyas, pero que al no hallarlas, se llevaron
los coches. Los otros eran obsequios que hice a mis hijos por sus cumpleaños:
Un Maserati plateado y un Ferrari amarillo.
Las
grabaciones mostraban a dos individuos saliendo con una bolsa de deportes y mi
sombrero de tratante de ganado.
Días después, otras imágenes nos
trajeron pésimas noticias. Mi familia, conocedora de que la ilusión de mi vida
había sido el Jaguar «E», descapotable, biplaza rojo, me lo regalaron por mi
cumpleaños.
El Aston Martin representaba para mí
la pérdida de la juventud. Días después de la Navidad de 1965, mi padre me dijo que
partía con mis hermanos a Alemania, que aquí no había trabajo, y que en delante
iba a ser yo el «hombre de la familia». Abandoné el coche de cuerda, la escuela
diurna y me puse de mozo en un comercio.
El Jaguar representa el paso brusco de
la madurez a la vejez.
Hace unos días, mis nietos se han
presentado en casa diciendo «mira abuelo, un Fórmula 1», y me pasean en él.
***
Con este microrrelato he participado en la convocatoria del concurso Esta Noche Te Cuento, en el que se proponía crear una historia inspirada en la fotografía realizada por Robert Disneau