A
la isla de Lesbos ha llegado un pecio remado por una docena de esqueletos. El
que ejerce de capitán, un tal Euríloco,
ha narrado que huían de la aniquilación de Troya y que tras el hundimiento de
la nave —consecuencia del huracán que Céfiro había enviado sobre ellos, azuzado
por Zeus en castigo por haberse comido las vacas de Helios— paletearon por el
fondo del mar todo lo deprisa que sus huesos —ya desprovistos de carne— los
permitieron. Cuenta que habrían llegado aún más tarde si no hubiera sido por
los centenares de ahogados que han recogido en los últimos meses. «Si
bien han caído cuerpos de mujeres y niños, han sido los de los hombres los que
con sus músculos nos han ayudado a remar más veloz». Cuando las autoridades han preguntado por
ellos, Euríloco ha respondido que no han querido desembarcar, que se han
limitado a enterrar a sus hijos en la playa y han regresado al lecho marino.
«Nos han advertido que en estas tierras llamadas ahora Europa habitan unos hombres
que se hacen los ciegos y son más inhumanos aún que los monstruos que hemos
conocido —esto es un sin parar para nosotros—; también nos han contado que ya
solo existe un dios, pero que no se ocupa de ellos. Esto, claro, no nos lo
hemos creído».
Euríloco ha preguntado si sabemos
algo de un tal Odiseo que logró salvarse agarrado al mástil del barco a pesar
de que también comió vacas.
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You see bones, by Kimded
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Con este microrrelato
participo en la Primavera de Microrrelatos Indignados de 2016, que con el tema
de «Refugiados» ha organizado Miguel Torija Marti. En su blog La colina naranja
encontraréis todos los autores y microrrelatos participantes.